La inmensa mayoría de ecuatorianos celebra aún la recaptura del delincuente más buscado del país: José Adolfo Macías Villamar, alias Fito. Unos pocos, muy reconocidos algunos y que saben hacer escándalo para oponerse y desear el fracaso de los gobiernos que se suceden a partir del 24 de mayo de 2017 a la fecha, y otros, poquísimos, que, desde la academia o columnas de medios de comunicación, más parecería que sin proponérselo hacen ‘el caldo gordo’ a los anteriores, en cambio, se han dedicado a desacreditar el operativo policial-militar, encontrar contradicciones en la versión oficial y aceptar como verdad afirmaciones, sin pruebas, que se hacen en Colombia, entre otros relatos.
A lo largo del tiempo, no obstante, los seres humanos se encantan con las sorpresas. Hoy más con el vértigo que constituye ‘la noticia’ a través de la red y no elude su contribución, con una generosa dosis de morbo, a la construcción de su propia versión sobre la detención del peligroso líder de Los Choneros. El sensacionalismo mediático se potencia, el placer por el misterio y el crimen no se esconde, el personaje permite la apología en extremos: unos lo idealizan, otros lo demonizan y así por el estilo. Fito no es la excepción y solo como ejemplos están los casos de los poderosos narcotraficantes Pablo Escobar (colombiano), de quien no solamente se ha dicho que lo mataron las fuerzas del orden, sino que realmente se suicidó citando que prefería “una tumba en Colombia a una celda en Estados Unidos”, aunque no faltan los que aseguran que sigue vivo; y, el de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán (mexicano), en el “golpe del siglo al narcotráfico”, ahora preso en Estados Unidos, a quien lo detuvieron “sin necesidad de un solo disparo, pese a que se movilizaba protegido por un ejército de matones” y antes “evadía fácilmente” la acción policial porque era protegido del poder político.
Es inevitable, también, que cuando existe desconfianza en las instituciones estatales, se produzca una proliferación de rumores y no precisamente santos. Además, alrededor del apresamiento de Fito, añádase el revolcón que está ocurriendo no sólo en su propia organización criminal, sino también en políticos y operadores financieros metidos en sus cochinos e ilícitos negocios; más asustados todavía con la posible extradición de este a los Estados Unidos.
Los que saludan y felicitan el éxito gubernamental porque hoy Fito está enrejado en La Roca, que son casi todos los ecuatorianos, solo esperan garantías de que no fugará y que muy pronto este será guardado en una cárcel norteamericana, donde si se declara culpable podría ser condenado a cadena perpetua, pero si dice que es inocente ‘cantará’ de lo lindo y el Ecuador conocerá en detalle cómo era su negocio y quiénes eran sus principales cómplices. ¡Esperemos!
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