Es la ciudad japonesa donde sucedió “un antes y un después” de todo lo que es vida en este planeta. ¡Tremendo!

En Hiroshima, el ser humano hizo explotar guerreramente el primer artefacto atómico, mismo que se deriva de la científica fórmula E=MC2 atribuida a A. Einstein y fue aplicada en el norteamericano bélico “Proyecto Manhatan” que dirigió el científico R. Oppenheimer. Bomba atómica que en Hiroshima mató e hirió todo lo que es vida y destruyó también todo lo material existente alrededor de una gran área del epicentro en donde explotó el artefacto. Sucedió a eso de las 8:15 del 6 de agosto de 1945, y con la otra bomba que luego de pocos días se hizo explotar cerca, en Nagasaki, comenzó el fin de la segunda guerra mundial al rendirse “El Eje” conformado principalmente por Alemania, Italia y Japón; país éste, que con su artero ataque aero-naval al estadounidense Pearl Harbor, Hawai, hizo que ese gran país bélicamente lidere a “Los Aliados” -Inglaterra, Rusia y varios otros paises- de lo que nuestro Ecuador fue parte.

Esto fue consecuencia de la fiebre de poder existente en el Homo Sapiens, de lo que en esos tiempos se distinguieron Alemania con su doctrina nazi y su genio del mal A. Hitler, secundados por el fascista italiano B. Mussolini y el expansionista emperador japonés Hirohito.

Pese a las sufridas experiencias de la humanidad en esa 2da. gran guerra, los humanos hemos seguido confrontándonos en otros niveles, lugares y por varias causas, desde territoriales, económicas, doctrinarias y hasta delincuenciales; siempre empujados por demoníacos líderes como los nombrados. Ahora, algo así nos sucede en este Ecuador del alma, pero entre el bien y el mal; éste, promovido por seres enfermos y fugitivos, quienes desde fuera de nuestras fronteras, aupando a sus sumisos locales agobian nuestra paz y economía, obligándonos a la guerra interna que actualmente vivimos.

Hasta Hiroshima fuimos la delegación del “Manta Running”; los 9 triunfantes atletas junto a “su barra”. Llegamos 19 seres entre damas, varones y niños tras el domingo 3/3/2024 correr la Marathon de Tokyo y luego de 3 días visitar Kioto, atractiva ciudad que fue la capital de Japón. Los adultos deseabamos visitar en la revivida hermosa ciudad, su especial/didactico/técnico museo en donde recorrimos ese triste acontecimiento de la humanidad; al salir, se complementó con una gran avenida, donde mediante monumentos se recuerda ese lúgubre hecho, hasta llegar a una suerte de ícono de todo lo mostrado en el museo, consistente en las pocas ruinas de una gran construcción que fue lo único que quedó después del atómico estallido.

Siendo mi segunda visita a Japón debía ir y fui a Hiroshima por lo inicial de esta nota. Ahora, de ahí he retornado con profundas reflexiones sobre ello, junto a gratos recuerdos respecto al cumpleaños que en esa histórica ciudad le festejamos a una de nuestras queridas y triunfadoras atletas, por sus atléticos 60 añitos de edad. También, esa ciudad grabó en mi mente y experiencia algo que viví ahí, de lo que -abusando de la generosidad de los lectores- les contaré en una próxima entrega periodística. Gracias de antemano.