La reciente estancia del exvicepresidente Jorge Glas en la Embajada de México en Quito ha desencadenado un incumplimiento en las condiciones de su «libertad provisional». La medida cautelar autónoma, otorgada por el juez constitucional Émerson Curipallo, establecía que Glas debía presentarse semanalmente ante un juez de Garantías Penitenciarias de Guayaquil como parte de su situación legal.
La «libertad provisional» fue concedida a Glas el 28 de noviembre pasado, permitiéndole abandonar la Cárcel 4 en Quito. Inicialmente, se le asignó presentarse en la Penitenciaría del Litoral y se le prohibió salir del país. Sin embargo, debido a la violencia e inseguridad en esa prisión, la presentación periódica se trasladó a un juez de Garantías Penitenciarias de Guayaquil en abril pasado.
La decisión de Glas de refugiarse en la Embajada de México ha llevado a una ausencia en sus obligaciones legales, lo que plantea interrogantes sobre la continuidad de su «libertad provisional». El juez Curipallo, quien originalmente concedió la medida, actualmente enfrenta acusaciones en el caso Metástasis y cumple prisión preventiva.
El constitucionalista Ismael Quintana destaca que la «libertad provisional» es temporal y revocable por naturaleza. Si el beneficiario no cumple con las condiciones, el juez puede revocar la medida. En este caso, el Servicio Nacional de Atención a Personas Privadas de la Libertad (SNAI) podría solicitar la revocación de las medidas cautelares.
«Debía presentarse ante la autoridad competente en lugar de la prisión que tenía, y resulta que no está cumpliendo con la decisión que a él mismo le beneficia. Eso es causal para revocar la medida cautelar», señala Quintana.
La situación legal de Jorge Glas podría enfrentar cambios sustanciales en los próximos días, ya que las autoridades evalúan las implicaciones de su ausencia en las presentaciones semanales estipuladas por la «libertad provisional».
