Futuro sin petróleo

Mar 24, 2024

El futuro sin petróleo está cerca. El impacto será devastador. A la ciudadanía parece no importarle: ya aprobó el cierre del único campo importante que quedaba por desarrollar: el ITT. La clase política se desentiende de los problemas nacionales, excepto cuando es gobierno.

Está arraigada la opinión de que el petróleo no ha servido para nada. No es así. El país aceleró su crecimiento y en lugar de estar a la zaga en América Latina junto con Bolivia y Centro América nos emparejamos en nivel de vida con Perú y Colombia. Pero no lo aprovechamos para desarrollarnos, ya que los gobiernos optaron por cerrar la economía y buscar el desarrollo vía la sustitución de importaciones, asignando a dedo a quienes se les brindaba exclusividad y protección mediante un alto arancel.

Un gran número de las empresas escogidas para sustituir importaciones –hay excepciones– se contentaron con importar componentes y ensamblarlos, sin presión para mejor calidad o bajar precios. Cuando comenzó a funcionar la integración regional muchas optaron por cerrar sus instalaciones en el país e importar el producto acabado desde su fábrica en Colombia, gozando de la protección que pagamos los consumidores ecuatorianos. En 2023 a Colombia, Brasil y México les vendimos $ 1 mil millones y les compramos $ 4 mil millones, en su mayor parte productos que gozan de protección arancelaria. Con nuestro aporte creamos empleo en el resto de Iberoamérica.

Paralelamente se reservaron para las empresas públicas los llamados sectores estratégicos. El Estado ecuatoriano, incapaz de ahorrar, no pudo manejar competentemente los sectores asignados: no brinda combustibles de calidad, ni energía eléctrica confiable. La telefonía funciona porque se permitió a dos empresas multinacionales brindar el servicio. La telefonía fija quedó con el Estado y pierde abonados todos los días. Ni siquiera existe una oficina de correos funcional, lo que sí tenía el humilde Ecuador prepetrolero. Nos gastamos y no invertimos la renta petrolera.

A medida que asistimos al suicidio de la industria petrolera y al aborto de la minera, que pugna por nacer, el Ecuador pierde los ingresos respectivos y para mantener a la burocracia suben los impuestos. Con el reciente batacazo tributario los ciudadanos perdemos ingresos, la economía sin dinero se estanca y repunta de la emigración. El próximo año habrá nueva reforma tributaria. Olvídense de que el IVA bajará a 13 %, más bien en un par de años subirá a 18 % para cubrir algún nuevo contrato colectivo del sector público.

Este diagnóstico no es una sentencia. Si tuviésemos una clase política responsable y preparada se impondría el desarrollo de la riqueza petrolera y minera, se bajaría el arancel, se abriría a la inversión privada en las áreas estratégicas, se reduciría el Estado y conformaría una administración pública profesional con funcionarios honestos y preparados. Con eso nos vamos para arriba. Pero Ecuador, como otros países con la misma historia, se aferra al mercantilismo implantado a inicios de la colonia: privilegios y no competencia, gasto y no ahorro.

Acabado el petróleo seremos como el pobre que se ganó la lotería, vive unos años de fábula y después regresa a lo de antes, pero cargado de deudas. Pronto volveremos a ranquearnos con Bolivia y Guatemala.


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