La Ventana de Overton

Jul 15, 2024

Roberto López

Cuando la izquierda se disfraza de ‘progresismo’ recurre al mejor método para el manejo de masas: la manipulación de las ideas. Y la mejor táctica es la de “la puntita”: primero ésta y luego …¡zas!..el resto. Y funciona tan bien, que ya tiene un método y un nombre científico: la Ventana de Overton.

Consiste en un procedimiento para manipular los valores sociales ‘de a poquito’. Primero tomas un valor tan arraigado que su discusión es ‘impensable’. Ejemplo: la distinción entre el reino animal y el género humano. Como lo que diferencia a ambos es el pensamiento, jamás ha sido cuestionada la disimilitud entre una persona y un animal.

Pero para abrir la puerta que elimine esta indiscutible diversidad, recurres al elemento manipulable: las emociones. Y presentas al cahorrito indefenso en un foro de ‘especialistas’ en equidad humano/animal. Asi, la ‘impensable’ discusión sobre un valor arraigado (los animales no piensan), ya no lo es. Sus defensores son ‘radicales’; y ‘sensatos’, quienes lo cuestionan.

Luego los influencers de redes y los faranduleros de la tele popularizan la idea: si eres ‘pet lover’, estás en la jugada. De ahí viene la fase política: impones el nuevo valor usando el poder público mediante ley, cortes o lo que sea. Así, sin importar su irracionalidad, el nuevo valor es ya legal. Ya tienes hijos-gatos. La prueba de que funciona, es lo que hicieron con el aborto: 1ro cuando era ‘impensable’, se lo aprobó sólo por violación. Y ahora que se popularizó la idea, va sin restricción alguna . (Ojo: no sean descarados, el 7mo mes ya es cesárea, no aborto).

Por eso la ternura hacia el reino animal, su integridad física -y aun la psíquica- se plasman en una irracional ley, mientras sobre la marcha va una demanda para legalizar la forma de despedazar con una tenaza a inermes niños en formación.

Si. Aunque ud. no lo crea, la ternura y la indiferencia pueden coexistir simultáneamente en las personas. Y al mismo tiempo que se ama a los animales, sentir indiferencia ante la tortura del ser más desamparado de la naturaleza: un bebé en gestación. ¡Mier…! (autocensura).



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