Europa marcha hacia la derecha, Estados Unidos tiene como favorito un candidato de derecha, Argentina está entusiasmada con una derecha libertaria. Esta tendencia anticipa la posibilidad de que volvamos a hablar también nosotros de izquierda y derecha y que los candidatos presidenciales abandonen el prurito de declararse de centro.

La derecha está en el poder y tiene posibilidades de lograr la reelección, pero es una derecha que se avergüenza de ser derecha y no muestra apertura a la formación de un frente o de acuerdos sobre la base de un proyecto nacional con objetivos, estrategias, tiempos y recursos.

La izquierda exhibe el mismo canibalismo político que la derecha; habla siempre de unidad, pero las vanidades de sus líderes y los personalismos hacen imposible que se sienten a la mesa de negociaciones. Imaginemos por un momento, aunque sea por simple ejercicio, las posibilidades de una izquierda unida.

Para la Revolución Ciudadana y su líder sería mortal diez años de gobierno de la derecha, pero no tienen un candidato ganador. Esto bastaría para plantear la unidad de las izquierdas como solución. Si el candidato fuera Leonidas Iza, sometido a un molde democrático, y con apoyo del correísmo, el socialismo y todos los grupos de izquierda, se convertiría en un candidato ganador.

Desde el punto de vista electoral sería un candidato diferente, retador del sistema, capaz de entusiasmar a los jóvenes, los artistas, los intelectuales, los desempleados, los resentidos. La sola idea de construir un proyecto aceptable para todos y con la participación de todos, provocaría un terremoto político.

Pensar esta posibilidad, con entusiasmo o con temor, obligaría a la derecha a plantearse un proyecto parecido, juntando todos los partidos y movimientos de la tendencia y obligaría a repensar todos los parámetros políticos que nos encierran y paralizan. La crisis que vivimos se alimenta de una inercia que nos obliga a repetir esquemas políticos agotados y perversos.