El jueves 24 de octubre, el Gobierno Nacional, anunciaba cortes de energía eléctrica de 14 horas. De sorpresa, todo un país, con lo poco que había logrado planificar para sostener medios de vida y el escaso empleo formal que nos queda, se volcó a reorganizar sus actividades y a buscar alternativas a la crisis.
En medio de todo este caos, muchos están priorizando lo urgente en un país donde todo es prioritario; mientras, otros están activando el gen de la resiliencia, al cual, de forma coloquial, he llamado “Gen 593”, porque ser ecuatoriano es vivir (sobrevivir) en crisis desde 1830. Para aliviar la indignación, a cada crisis la convertimos en meme.
Escribo desde una cafetería, donde reconozco el inmenso privilegio de tener opciones y un trabajo remoto. Una institución internacional con la que colaboro, luego de explicarles el drama que estamos viviendo en el país, me preguntó: “¿Qué podemos hacer por ti?”. Esta organización, haciendo esfuerzos significativos y recortando presupuesto de otras áreas, está cubriendo todos los costos de consumo y espacios de coworking de sus colabores en Ecuador. También está enviando baterías para las computadoras. Insisto, desde el enorme privilegio que esto representa, no dejo de cuestionarme: ¿qué está haciendo el Gobierno Nacional?
Un breve paréntesis. Es momento de que todas las autoridades nacionales y locales aterricen en la realidad de lo que recibieron como “país”. La institucionalidad es precaria en múltiples dimensiones. Este Gobierno, y cualquier otro en su lugar, tenía muy poco margen de maniobra para esta crisis. Hace años, los técnicos —esos a quienes todos consultan y luego ignoran por politiquería— ya advertían del déficit de energía que enfrentaríamos para el 2025. La crisis llegó antes. Lo que queda es bajar las expectativas de solución y gestionar la crisis reduciendo daños.
En este orden de ideas, y con un sentimiento de descarga, estas son algunas de las medidas que sería importante conocer desde los tomadores de decisiones:
• ¿Qué va a pasar con el interés por mora? El Código Civil y la experiencia de la pandemia nos dejaron lecciones y heridas sobre el concepto de “fuerza mayor”.
• ¿Qué bonos (transferencias monetarias) se destinarán a los quintiles más bajos? Me refiero a las familias que viven en pobreza extrema y pobreza.
• Desde la pandemia, las niñas y niños han tenido intermitencia en la educación. Escuela y trabajo se trasladan a la modalidad virtual en casa, asumiendo que en los hogares las familias cuentan con generador. ¿Qué medidas se implementarán para sostener la educación y el empleo de las mujeres, quienes seguramente verán aumentado su trabajo de cuidado, reduciendo así su trabajo productivo?
• ¿Es posible agilizar los tiempos para tramitar el seguro de desempleo?
En fin, la incertidumbre abunda. Sin embargo, sería pertinente que las autoridades de turno empiecen a preguntarse: ¿qué pueden hacer por sus votantes? Seguramente, abrir sus espacios para trabajo, estudio o carga en sus auditorios vacíos sería de ayuda.
A la Manta centenaria… (2)
Por Melvyn O. Herrera
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