El gobierno del presidente Daniel Noboa cumple una etapa, con un nivel de aprobación muy bueno de 61% y entra en un nuevo período marcado por la campaña electoral: agitada actividad política, nuevos aspirantes presidenciales, hervidero de ofertas, alianzas y críticas al gobierno.

El presidente Noboa como aspirante a la reelección cambiará la logística de gobierno por una estrategia electoral. Destinará recursos para obras en las provincias en las que perdió las elecciones, inclinará la información hacia la propaganda y revitalizará la guerra a la violencia.

Los primeros seis meses le han dado calificaciones discretas porque no ha logrado reducir la violencia, sigue pendiente una reforma estructural, la reactivación de la economía y la construcción de un proyecto nacional. Mientras haya inseguridad, desempleo, migración, malos servicios de salud, corrupción y el IESS siga en peligro, no habrá buen gobierno.

Aunque se le reconozca habilidad política, buenos índices de popularidad, reducción del riesgo país, incremento de la recaudación fiscal y acuerdos con el Fondo Monetario, no ha cambiado el modelo de endeudarse para mantener el gasto público y empujar hacia adelante los problemas en lugar de buscar soluciones.

En los próximos seis meses veremos salir, como muertos vivientes, los grupos políticos que buscan candidatos sin partido o alianzas políticas para participar de los recursos nacionales. Florecerán las emociones y se agitarán las redes sociales ofreciendo quimeras que seducen siempre a los desesperados que huyen de una realidad cruel.

Tenemos seis meses para volver a elegir o reelegir presidente, serán seis meses agitados porque además de la campaña tendremos la activación de esos extraños organismos que eligen en nuestro nombre, jueces, defensores públicos, vocales de consejos electorales, etc. Y, finalmente, deberemos decidir o decidirán por nosotros qué hacer con la vicepresidente.