Fue una promesa de campaña: bajar el IVA de la construcción al 5 %. Daniel Noboa exhibe un gusto por afinar las reglas, favoreciendo a algunos sectores, con la expectativa de alcanzar mejores resultados sociales. Con esta medida se busca abaratar la vivienda, por sí mismo un beneficio, y por otro estimular la actividad de la construcción, gran creadora de empleo. Las cuatro décadas de bonanza de la China tuvieron como una de sus fortalezas el gran desarrollo inmobiliario.
Ya antes el presidente Noboa introdujo cambios en la normativa laboral para favorecer el empleo de jóvenes.
La implementación de la reducción del IVA es compleja. El IVA es un impuesto en que se agrega en cada etapa desde la compra de la materia prima hasta la venta al consumidor. Una empresa paga el IVA en sus compras, retiene el IVA en la venta, a lo que retiene le resta lo que pagó, y el valor que queda lo entrega al SRI. Por lo que, si una empresa paga 15 % sobre sus compras y cobra 5 % de IVA en la venta, la operación le sale a pérdida.
Esta situación acarrea al menos tres peligros: 1) si el vendedor tiene que absorber la diferencia en el IVA, eleva el precio de su producto, diluyendo el beneficio de la medida; 2) se perjudican las empresas productoras más que las importadoras, porque las primeras se especializan en unos pocos productos en que perderían los 10 puntos del IVA, mientras que los importadores típicamente traen una variedad de productos y por lo tanto tienen suficientes ventas en las que retienen IVA completo que les permite compensar aquellos en que solo recuperan 5 %. Es una pérdida de competitividad para la producción nacional; 3) pérdida de complejidad económica o sea de la diversidad y sofisticación de las actividades productivas de una economía, así como a la capacidad de generar y utilizar conocimientos tecnológicos avanzados. Es importante porque está vinculada positivamente con el crecimiento económico sostenible a largo plazo, la capacidad de innovación, la resiliencia ante choques externos y la mejora en los estándares de vida de la población.
Una economía con alta complejidad tiende a ser más competitiva en el mercado global y a tener una mayor capacidad para adaptarse a cambios tecnológicos y económicos. Una tasa de IVA más elevada para productos semielaborados y más baja para la materia prima sacaría del mercado a los productos prefabricados para la construcción. Será más conveniente comprar los materiales de construcción por separado porque tendrán un IVA más bajo, que comprar semielaborados que tendrán uno más alto.
El alza del IVA al 15 % arranca mañana y las compras en el sector de la construcción se paralizarán hasta que no se aclare bajo reglamento qué bienes se benefician de la rebaja tributaria, pues nadie va a querer pagar 15 % si poco después resulta que debía pagar solo 5 %.
Una solución a este problema es que la reducción del IVA se aplique únicamente a unos cuantos productos particularmente importantes, como cemento y varillas de hierro y a todos sus prefabricados, y no a otros que no son determinantes en el costo de una vivienda, como grifería. Urge que las autoridades reglamenten el IVA del 5 %, bien sea bajo la modalidad aquí sugerida u otra equivalente que elimine o minimice las distorsiones que causa un IVA diferenciado.
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