La falaz democracia directa

Mar 17, 2024

Los ciudadanos elegimos a quienes gobiernan: democracia representativa. Pero gana en aceptación la noción que es mejor que los ciudadanos tomemos las decisiones y no los gobernantes: democracia directa. Esto funciona bien para temas locales y sencillos. En California, adepta a la democracia directa, en 2022 se aprobó que gobiernos locales destinen el 1 % de sus ingresos a financiar clases de arte y música en escuelas y colegios. Algo sencillo. Para temas complejos, la democracia directa se presta a manipulación por grupos de presión bien organizados, con resultados frecuentemente negativos.

La Constitución de Montecristi entronizó la democracia directa creando el Consejo de Participación Ciudadana, ¿usted lo siente más cercano que al Gobierno nacional?

Desde Montecristi todos los presidentes han convocado a consulta popular con una batería de preguntas complejas. Lo hacen dada la indiferencia de nuestra Asamblea Nacional ante los problemas de fondo. Al gran electorado no le interesa o le falta preparación para aquilatar las preguntas. Vota a favor o en contra del Gobierno; en el caso de la extradición votó en contra en la consulta de Lasso y se estima votará a favor en la de Noboa. La consulta de Noboa incluye permitir el arbitraje internacional, algo necesario, pero muy complejo que no debería ser materia de consulta.

La democracia directa para tratar temas trascendentes con frecuencia ha tenido resultados calamitosos. En 2016 el Gobierno británico consultó a la ciudadanía si quería seguir siendo parte de la Unión Europea. A la población de pequeñas ciudades le disgustaba ver que sus venerados pubs se convertían en pizzerías o puestos de souvlaki (shawarma griego) y votaron por la salida de Reino Unido y así restringir la inmigración de europeos continentales. El resultado ha sido catastrófico para la economía británica.

Ecuador adoptó la iniciativa ciudadana para plantear una consulta o imponer una ley con el apoyo de cierto número de firmas. Esta iniciativa la aprovechan grupos de presión o activistas bien organizados que cuentan con el auspicio de un mecenas nacional o extranjero que financia la captación de firmas. La democracia directa permite que un grupo se imponga sobre la mayoría, lo contrario de democracia.

Dos casos recientes y nefastos en Ecuador: en el caso ITT, la población aceptó la consulta de cerrarlo propuesta por Yasunidos. Cuando pierdan el empleo, caigan sus ventas o suba el costo por impuestos, no van a atar cabos con la consulta que aprobaron. En el caso IESS, la Asociación de Jubilados logra se tramite una ley que favorece sus intereses, pero ignora las consecuencias de mediano plazo para el IESS, que no les son relevantes.

Tanto YASunidos como los jubilados son grupos de presión legítimos en una sociedad pluralista, sus planteamientos merecen consideración, pero en conjunto con los de los ciudadanos menos bien organizados o financiados. Lo conveniente fuera el desarrollo del ITT con las mejores prácticas ambientales y una reforma previsional que asegure las jubilaciones de los trabajadores hoy activos y que aportan.

La democracia directa necesita una legislación que la circunscriba a temas sencillos de interés ciudadano. De lo contrario, es menos y no más democracia.



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