La queja es clásica: “¿Ya estamos parando otra vez?”, suele decirse en viajes familiares, apuntando a las mujeres. Pero, ¿es cierto que ellas tienen la vejiga más pequeña? La respuesta sorprende: no. Desde la anatomía hasta los hábitos sociales, la realidad es mucho más compleja.
La vejiga humana, un órgano muscular elástico que almacena entre 400 y 600 ml de orina, funciona igual en hombres y mujeres. Entonces, ¿por qué ellas parecen necesitar paradas más frecuentes? La explicación está en el espacio limitado que la vejiga femenina comparte con el útero y la vagina, y en factores hormonales y sociales que afectan la sensación de urgencia, reseña la BBC.
Durante el embarazo, por ejemplo, la presión del útero reduce aún más esa capacidad, obligando a detenerse cada 20 minutos en el último trimestre. Además, el suelo pélvico, fundamental para controlar la micción, suele debilitarse en mujeres por partos o edad, dificultando la retención.
Los hábitos culturales también juegan un papel: a muchas niñas se les enseña a “ir por si acaso” o a evitar baños públicos, lo que puede entrenar a la vejiga para vaciarse antes de tiempo.
La buena noticia: aunque el tamaño de la vejiga no cambia, sí se puede entrenar su tolerancia. Técnicas como el entrenamiento de la vejiga y ejercicios del suelo pélvico, recomendados por expertos, ayudan a reducir la sensación de urgencia y recuperar el control.
Así que la próxima vez que escuches la clásica queja, recuerda que no es cuestión de “vejigas pequeñas” ni de poca voluntad, sino de una combinación de anatomía, hormonas y cultura.
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