Ecuador y México han firmado acuerdos internacionales que facilitan la convivencia entre las naciones. Algunos de esos compromisos son: no intervenir en asuntos internos de otros países, el uso apropiado del asilo y la inviolabilidad de las sedes diplomáticas. México ha violado los dos primeros y Ecuador el tercero.
Nuestro país ha sido condenado por el asalto a la embajada de México en Quito porque cometió un acto de autoritarismo y barbarie, aunque consideren inevitable desde el punto de vista interno. Sin embargo, México no ha sido condenado por la violación del principio de no intervención y el mal uso del derecho de asilo.
Todos hablan del asalto a la embajada de México, pero la hipocresía internacional no habla de los desmanes de López Obrador, que es un contumaz violador de normas internacionales. Hace un año la Corte Interamericana de Derechos Humanos sancionó al Estado mexicano por el abuso de la prisión preventiva y López Obrador no quiere cumplir la sentencia ni permite que la Suprema Corte lo haga.
López Obrador tiene 68.000 presos sin condena y sin orden de un juez. La Corte Interamericana sancionó a México tras descubrir que dos ciudadanos, Daniel García y Reyes Alpízar, pasaron 17 años y medio en la cárcel sin una sentencia. Ha concluido el año de plazo concedido por la Corte y López Obrador se niega a cumplir la sentencia (El País).
Caudillos charlatanes como López Obrador o Nicolás Maduro creen que pueden juzgar y condenar a otros países, insultar y amenazar a presidentes que no comparten su ideología, sin que nadie les ponga freno. Populistas de izquierda que han destruido sus países han formado una especie de sindicato latinoamericano para protegerse y cubrir sus fechorías.
No será posible luchar con eficacia contra la corrupción mientras los saqueadores de nuestros países tengan la protección de caudillos autoritarios y el silencio de los organismos internacionales permita interpretaciones torcidas de los convenios internacionales.
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