Un reciente estudio reveló que la esperanza de vida mundial aumentó 6,2 años desde 1990

Abr 4, 2024

Un reciente estudio publicado por la prestigiosa revista The Lancet arrojó luz sobre la evolución de la esperanza de vida a nivel global entre 1990 y 2021, revelando un aumento de 6,2 años en este período. El análisis, que examinó las principales causas de muerte y su impacto, así como los efectos de la pandemia del coronavirus en estas métricas, ofrece una perspectiva detallada de los cambios ocurridos en este lapso.

Inicialmente, los investigadores identificaron que las principales causas de muerte por edad a nivel mundial se mantuvieron entre 1990 y 2019, siendo la cardiopatía isquémica, el accidente cerebrovascular, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y las infecciones de las vías respiratorias inferiores las más relevantes en orden decreciente. Sin embargo, tras la aparición del COVID-19 en 2021, esta situación cambió, desplazando al accidente cerebrovascular de su posición y ubicándose como la segunda causa de muerte a nivel mundial, con una tasa de 94 muertes por cada 100.000 habitantes.

El estudio también destacó que la tasa de mortalidad por COVID-19 fue significativamente más alta en África subsahariana, seguida de América Latina y el Caribe, mientras que las regiones con mayores ingresos como el sudeste asiático, el este de Asia y Oceanía presentaron tasas más bajas.

A pesar de estos desafíos, los avances científicos en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como las infecciones entéricas, las respiratorias, la malaria, el VIH/SIDA, entre otras, contrarrestaron los efectos negativos en la esperanza de vida. Específicamente, el conocimiento sobre las enfermedades entéricas contribuyó en 1,1 años y sobre las vías respiratorias en 0,9 años.

Los investigadores señalaron que en regiones como África subsahariana, el control de las enfermedades diarreicas fue fundamental para los avances, mientras que en otras áreas, como América Latina y el Caribe, hubo un progreso menos significativo.

Liane Ong, coautora del estudio, resaltó la importancia de entender estos patrones de enfermedades a lo largo del tiempo, y subrayó la necesidad de profundizar en las estrategias de salud pública exitosas.

En última instancia, el estudio hizo hincapié en la importancia de abordar las enfermedades no transmisibles, como la diabetes y los trastornos renales, que están en aumento en todos los países y presentan una disparidad significativa entre naciones de ingresos altos y bajos. Los autores instaron a la comunidad global a garantizar que las herramientas y tratamientos efectivos estén disponibles para todos, independientemente de su situación económica.

Eve Wool, autor principal del estudio, concluyó que es fundamental ampliar el acceso a las intervenciones que salvan vidas y que han demostrado ser efectivas en la reducción de las muertes por enfermedades no transmisibles en todo el mundo.


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