Para la politóloga Sofía Cordero, las protestas de 2019 marcaron un resurgimiento del movimiento indígena después de una década de correísmo, durante la cual estuvo relativamente apagado y enfrentó un ambiente hostil.
No obstante, el movimiento presentó una nueva forma de protesta, más violenta y liderada por sectores diferentes, en donde Leonidas Iza emergió como líder, representando una facción más radical y menos comprometida con la democracia, lo cual, a su criterio Cordero, llevó a un desgaste y una mayor división dentro del movimiento.
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Todo ello se reflejó en en 2022, cuando las protestas se repitieron con un guion similar, impulsadas nuevamente por el incremento de los precios de los combustibles, pero generando -esta vez- una reacción menos contundente. Y es que, además, la sociedad se manifestó en contra de tolerar manifestaciones violentas.
Es así como Cordero considera que el liderazgo de Leonidas Iza ha sido perjudicial para el movimiento indígena, llevándolo por un camino que no se alinea con su historia ni con sus líderes históricos. Este liderazgo ha fomentado alianzas con sectores que no comparten las demandas tradicionales del movimiento indígena, introduciendo una doctrina más radical y menos democrática, lo cual ha generado desconfianza tanto dentro como fuera del movimiento.
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