La crisis que enfrentan los pequeños productores de claveles en la provincia de Cotopaxi se profundiza, dejando a su paso una estela de desempleo y pérdidas económicas significativas. En el lapso de un mes, de febrero a marzo de 2024, 1,000 personas de las 5,000 dedicadas a esta actividad en la región han perdido sus empleos. La razón principal: la suspensión de las compras por parte de Rusia, su principal cliente de exportación, durante los últimos 40 días.
Edison Remache, presidente de la Asociación de Pequeños Productores de Claveles, explicó que esta situación ha obligado a los clientes a buscar alternativas en otros mercados, como Turquía, Colombia, Holanda y países del sur de África, donde se produce clavel aunque de menor calidad. Esta migración de clientes ha golpeado duramente a los productores locales, que no han podido competir en igualdad de condiciones.
El origen de esta crisis se remonta a la tensión diplomática entre Ecuador y Rusia a finales de enero, cuando se anunció la posible entrega de equipamiento militar ruso a Estados Unidos. Aunque la medida fue descartada posteriormente y las relaciones bilaterales se normalizaron, Rusia dejó de adquirir flores de los proveedores de Cotopaxi.
El impacto se evidencia dramáticamente en comunidades como Patután y Poaló, donde los productores han tenido que desechar miles de tallos de claveles debido a la falta de demanda. Miriam Cando, una de las afectadas, relata cómo tuvo que sacrificar su cosecha, valorada en miles de dólares, para alimentar a sus animales y hacer frente a las deudas.
La desesperación ha llevado a algunos productores a poner en venta sus terrenos, mientras que otros contemplan la posibilidad de emigrar en busca de nuevas oportunidades laborales. La situación es desoladora, con pérdidas estimadas en 25 millones de dólares y una incertidumbre creciente sobre el futuro de la industria floral en la provincia.
A medida que los tallos de claveles se acumulan en las bodegas, la esperanza de venta se desvanece, sumiendo a los productores en un ciclo de pérdida y desesperanza. La crisis económica y el desempleo amenazan con dejar una marca duradera en la región, a menos que se tomen medidas urgentes para apoyar a estos pequeños productores y revitalizar la industria bananera local.
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