La Posta va un paso adelante.
El primer golpe: el audio de Leonardo Cortázar. El Gobierno guardó un silencio ensordecedor.
Un segundo audio: Hernán Luque, timbrando 150.000 dólares. Obliga a Lasso a 'ubicar' a Luque y a Rubén Chérrez.
Tercer acto: el dedo inquisidor de Lasso apunta implacable hacia Luque. Lo maldice y lo condena públicamente por torpe. Hasta ahí el ego del mandatario haciendo su mejor esfuerzo por salvar su pellejo político.
El contrataque de Lasso duró menos de 24 horas. Más bien fue un paso en falso, acusando a otros sin presentar pruebas.
Un tercer audio, en la mañana del lunes, lo deja en ridículo. Una conversación entre compadres, Chérrez y Danilo Carrera, designando ministro.
En donde Lasso ve torpeza, otros ven corrupción. En donde Lasso veía un estado obeso, ahora ve gasto social. Ese es el mundo macondiano que gobierna Lasso. Incluso es capaz de sustituir un radar con un iPad.
Decir primero que Luque renunció, y luego contradecirse diciendo que le pidió la renuncia por torpe, y porque había sucumbido al dinero mal habido. Esa sí es una torpeza mayor.
La Posta lo tiene contra las cuerdas, lo "cachorrea".
Desde hace meses, distintas voces le venían gritando al oído que la corrupción se había infiltrado. No escuchó, hoy le pasa factura. Un exalto cargo ya renunció.
Lasso se ahoga en sus propias torpezas y galimatías. Está lejos de admitir y administrar sus propios errores.