Por Jorge Gallardo
Utilizar los signos de admiración e interrogación al mismo tiempo obedece a que una expresión como la usada en el título lo provocan. Admirarse porque se afirme que la patria se ha perdido, es correcto; interrogar sobre cuál es el sentido y para qué se quiere recuperar la patria, tiene sobrada lógica.
La patria, pese a los maltratos y latigazos por parte, sobre todo, de quienes han recibido el honor y privilegio de conducirla por el mejor camino y con ello darle a la población una vida de constante progreso y bienestar, no ha desaparecido desde que fue creada. A gobiernos de todas las calificaciones ha soportado la patria: aplaudiendo unas pocas veces, siendo indiferente otras, censurando la mayoría de las ocasiones, exigiendo siempre y en todos los casos seriedad, responsabilidad, solución a los más graves problemas, atención a los sectores menos favorecidos, aplicación de políticas dirigidas a dar el salto al primer mundo. La patria ha seguido allí pese a tener que aguantar a gobiernos que han destacado por su gran corrupción y que, por ser tales, parecería que su intención era desaparecerla.
Hubo un gobierno de reciente data, bien debe recordarse, que la palabra patria la usaba a cada rato. Soberanía y no intervención, eran agregado perfecto. Desarrolló un estado de propaganda, tal cual caracteriza a los regímenes totalitarios (algunos disfrazados de democráticos), con gustos por la prensa única y persecución a la libre e independiente, promotor de la división de clases (del odio a los ricos), amigo de los movimientos subversivos y de organizaciones no santas y peligrosas, inventor de extravagantes poderes estatales, con pretensiones de gobernar 300 años continuos. Sus principales actores, sin embargo, hoy son reconocidos como delincuentes de alto vuelo.
Aun habiendo ultrajado a la patria, tras un breve periodo, han vuelto con rol protagónico a los gobiernos seccionales, y en estos días, con motivo de su posesión aseguran, amplificando a su líder, que han llegado para “recuperar la patria” y que “volverán los días de gloria”. Es imposible, entonces, no preguntar ¿qué quieren recuperar y cuál gloria? Los sobreprecios, el despilfarro de los dineros, la violación de las leyes, la persecución y el silenciamiento de la oposición, el irrespeto a la justicia, la vía libre para el delito. Es necesario, por consiguiente, estar atentos para impedir que eso suceda.