Por Jorge Gallardo
No habrá nadie culpando a terceros por la derrota en Guayaquil y Guayas y no reconozca, primero, que los errores internos cometidos tienen trascendente responsabilidad. Tras corregir, toca mejorar, innovar y volver a la carga. Líderes y militancia socialcristiana (PSC) tienen un gran reto.
Los que creen que la pérdida electoral “destruyó a Nebot” y que eso marca el principio del fin del PSC, el partido político que registra más de 70 años de historia continua en el Ecuador, de seguro están equivocados. Al margen de lo que crean y realmente quieran –la desaparición del PSC-, el liderazgo de Jaime Nebot y, por consiguiente, la actividad partidista, se mantienen intactos y, con certeza, ahora mismo, el delicado momento nacional volverá a darles rol protagónico.
Los procesos electorales son el espacio apropiado para la competencia política y en esta, como es obvio, el triunfo y la derrota son las únicas opciones. Salvo los que participan porque quieren sólo figurar en la papeleta, así como otros cuyo único objetivo es ser “chimbadores” y con ello sentirse realizados, tanto que hasta declaran “se ha cumplido mi propósito”, saben de antemano y perfectamente que van a perder, a no ser que hayan organizado un gran fraude. Los que verdaderamente disputan, siempre, voto a voto –independiente del resultado/porcentaje final-, entienden y saben que perder es una posibilidad.
¿Por qué al PSC –que ha tenido tres presidentes de la República (Camilo Ponce Enríquez, León Febres Cordero y Sixto Durán Ballén), que en cuatro ocasiones ha disputado la segunda vuelta electoral, que ha tenido desde su creación nutridos bloques parlamentarios, decenas de prefectos, alcaldes y jefes parroquiales-, luego de la derrota electoral sufrida en Guayas y Guayaquil, habría que escribirle su epitafio? Cuidado los que eso creen/quieren tengan que ver a los “muertos que están matando, gozando de buena salud”; cuidado tengan que ver “muertos cargando mucha arena”.
El liderazgo de Nebot está intacto y terminará cuando tenga que suceder. Nuevos liderazgos aparecerán, no cabe duda. Las derrotas en el PSC no serán su muerte política, seguirán siendo el acicate para nuevas contiendas electorales. Su misión y visión de progreso y bienestar de los ecuatorianos están más vivas que nunca.