Por Jorge Gallardo
Difícil, si no imposible, quitarse la pasión y felicidad que provoca el deporte ‘más lindo del mundo’: el fútbol. Más, es la actividad que, paradójicamente produce, también, la mayor infelicidad en la tierra.
Estudios e investigaciones científicas dan cuenta de cómo los seres humanos que son hinchas de equipos, que ven partidos por la televisión y acuden a los estadios, sea por la cita mundial cada cuatro años, todas las semanas en los torneos nacionales, cualquier día que se juegan copas y sea cual fuere la fecha que “su” equipo enfrenta a “su” rival, son felices con el triunfo, pero las derrotas provocan una catástrofe: depresión, conflictos domésticos, ineficiencia y ausencia laboral, consumo excesivo de alcohol y tabaco, un gran sufrimiento y con ello daños en la salud integral.
Andrés Oppenheimer, periodista argentino, que trabaja en un nuevo libro, dedicado a la búsqueda de la felicidad, en entrevista reciente (CNN) con George MacKerron, economista, investigador y profesor de la Universidad de Sussex (Brighton, Inglaterra), permite conocer los resultados de un estudio de 8 años sobre las “causas de la felicidad”, que abarca a 4.5 millones de personas. Allí se descubre que después de la enfermedad, la derrota en el fútbol es lo que más infelicidad produce al ser humano. Mientras la alegría del triunfo dura entre 3 y 4 horas, la pérdida dura mucho tiempo y se la denomina “tristeza post futbolística”. Y de impacto, entre las conclusiones destaca esta: “el fútbol, en promedio, hace a la gente más infeliz que feliz”. ¡Increíble! Al margen de las distintas consideraciones que el estudio haga, más otras de interpretación, discusión, credulidad e incredulidad, podría ser bueno quedarse con la reflexión que hace MacKerron: el fútbol debe tomarse con más calma, con menos obsesión. ¿Será posible?
Dada la afición y hasta el fanatismo por este deporte, será muy complicado cambiar los resultados del estudio, porque aun sabiendo que en la vida humana hay cosas mucho más importantes que el fútbol “no hay vida sin la fiesta del fútbol”. Felices un rato, infelices más tiempo. ¡Qué importa!