Por Melvyn O. Herrera
Lo que sufrimos en este Ecuador del alma -salvo mejores criterios- se debe a la creciente presencia en nuestras vidas de taras como: Corrupción, impuntualidad, “tramitología” y envidia.
La corrupción es tanta, en lo socio-político-administrativo-judicial, que admitimos “con que haga obras no importa que robe” y que una asambleísta públicamente recomiende a sus escuchas, “roben, pero háganlo bien”. Quienes han delinquido y por ello son sentenciados y prófugos, tienen el respaldo de sus fanáticos, intentando el perdón legal de las leyes laxas y su corrupta aplicación favoreciendo la impunidad. ¡Increíble!
La impuntualidad ya tiene su denominador distintivo al jactarnos de “la hora ecuatoriana”, misma que sin vergüenza ni respeto alguno, se la practica a todos los niveles; y mientras más importante es la persona o evento, más atrasado llega el principal y/o se inicia el acto, causando pérdidas del vital e irrecuperable bien -luego de la vida- que es el tiempo.
La “tramitología” existente desde siempre, creció desaforadamente con la explosión burocrática de los 2 últimos gobiernos y aún perdura; salvo algunas dependencias de la actual administración gubernamental que, en lo que han podido este último año, apuntan al “click” computacional para sus actividades; siendo horrorosas algunas dependencias de ciertos GAD manabitas, que justifican su ineficiencia duplicando y enredando más los tramites de temas por demás lógicos y simples.
Sobre la envidia, varias veces he publicado que en mi recorrido por el Pekin/China profundo, me asombró la explicación sobre la diferencia de adornos en el frontis de las distintas casas; ahí los habitantes de las más adornadas lo hacen para demostrar así su superación socio-económica; esto, a fin de ser imitados por sus vecinos; no ocultan su riqueza, al contrario la manifiestan, propendiendo así al progreso de quienes los rodean; siendo esa una las causas del crecimiento en todo sentido de esa, ya mismo, la primera economía del planeta; luego obviamente de NO ROBAR y NO VAGAR -con mayúsculas-, que son junto a NO ENVIDIAR sus sencillos y fundamentales mandamientos.
Por acá quien progresa, por temor a la envidia oculta su riqueza, además, para que no se confunda con la proveniente de la corrupción administrativa y/o el narcotráfico, principalmente; no estimulando así LA IMITACIÓN -con mayúsculas- que -repito- sí la practican en China; aunque hay “chiros” que ostentan lo que no poseen intentando engañar a incautos. Allá -insisto- quienes en su transparente vida logran riqueza en los distintos campos, empresariales, profesionales y más, son imitados, porque esas personas poseen virtudes y esfuerzos usados para lograrla. Si aquí esto se multiplicara y no la perjudicial envidia, y si elimináramos las otras mencionadas taras, otro sería nuestro amado Ecuador. Lo digo, basado en la experiencia, que es la madre de todas ciencias.