Por Melvyn O. Herrera
Desde mi niñez y atribuyo a mis modestos orígenes, los refranes me ayudan a marcar los pasos que doy en la vida; por ello, el duendecillo ese que habita en mis neuronas hasta musicalizó unos versos que él les hizo; grabé esa canción en un CD hace unos 20 años y constan en mi reciente obra “INSPIRACIONES…”; pagina 51. Copio el último verso: “Si hay alguno que moleste, / no será porque deteste / lo que dicen con unción, / están llenos de intuición, / de sabiduría criolla… / como especia a la olla / y alimento a la razón.”
Hoy destaco un sencillísimo refrán: “Ver para creer”, porque desde hace rato muy frecuentemente veo en muchas esquinas de mi patria, que hay familias venezolanas enteras, con coches de bebes y con los más creciditos apostados ahí, mientras la madre y el padre ofrecen servicios y/o venden diversos artículos a los transeúntes y conductores de vehículos y/o también piden caridad. Al ver esto, que se está haciendo una escena familiar, creo en las razones que a estos jefes de familia los obligaron a tan numerosa emigración de un país sumamente rico y próspero -como lo conocí a mediados de los 90 del siglo que pasó- y razono, ¿Por qué y cómo es posible que viendo a diario lo que relato, haya personas que aún crean en los propulsores de esas fracasadas ideas y hasta aúpen a los dictatoriales y corruptos gobernantes de ese país hermano?
Cuestiono en concreto al nefasto socialismo del siglo XXI, ahora llamado progresismo, que aglomera controvertidos personajes en grupos de Puebla, Sao Paulo y otros, donde planifican sus ataques a la democracia y crean tácticas para -incentivando el odio y la envidia hacia quienes lícitamente más poseen y triunfan en la vida- engañar a las masas populares para captar el poder y volver a los evidentes malos resultados socio-económicos, símiles a los de la ahora desventurada patria con la que compartimos nuestro tricolor, a la que agregamos Cuba y Nicaragua principalmente.
Atribuyo esa actitud, no al sincero convencimiento de esas personas, sino a su interés y sumisión hacia quienes los favorecieron cuando ejercieron el poder con los pésimos resultados que arrojaron la explosión burocrática y la comprobada política de sobreprecios, coimas y más latrocinios que ahora persiguen queden en la impunidad; lo que les generó ingentes sumas de dinero con las que ahora pagan a quienes he mencionado; mismos que cada día son menos, gracias a la Providencia y a los buenos y experimentados principales gobernantes que tuvimos el acierto de elegir en este Ecuador del alma; sin que en esto se considere al poder legislativo constituido en una verdadera piedra en el zapato en el camino hacia el progreso; a lo que en el pueblo llano se agrega la sospecha de que en el poder judicial aún subsiste la rampante corrupción que imperó años atrás. Continuaré con más refranes.