Por Vicente Albornoz
Cusín es una linda hostería en la provincia de Imbabura. Ahí ha habido, desde fines de los años noventa, varias reuniones en las que se ha juntado a gente de diversas ideologías para que traten de llegar a “consensos”. Qué pena que no ha habido más reuniones de este tipo.
Porque si algo le hace falta al Ecuador es tener acuerdos mínimos de cómo debe funcionar. Y llegar a esos acuerdos es complejo, en un país donde tenemos poco contacto con quienes piensan distinto.
Estimado lector, le pido que haga un ejercicio intelectual: recuerde por quién votó en las últimas elecciones y luego analice cuántas personas conoce que votaron por el otro candidato. Luego piense cuántas veces pudo conversar civilizadamente con esas personas y se va a dar cuenta que fueron muy pocas.
Llevemos el ejercicio más allá: trate de recordar cuántas veces (de las poquísimas en las que conversó con alguien que piensa distinto) usted hizo el esfuerzo por entender al “otro”; cuántas veces trató de comprender por qué el otro piensa diferente y cuántas veces esa otra persona entendió por qué usted piensa distinto.
Haga ese análisis con mucha honestidad y considérese un afortunado si llega a un número mayor a cero.
Porque los ecuatorianos estamos acostumbrados a conversar con gente similar y, en las raras ocasiones en las que conversamos con “otros”, lo único que hacemos es tratar de convencerles de nuestros puntos de vista, y casi nunca tratamos de entender la visión de “ellos”. Y si seguimos así, no vamos a llegar a ningún lado.
Hace algo más de 20 años, en Cusín se reunieron muchos ecuatorianos de diverso origen y de variadas ideologías, y armaron uno de los consensos más útiles en décadas: había que llegar a un acuerdo de paz con el Perú. La vieja tesis de mantener una “herida abierta” ya no tenía sentido y esa paz ha sido el maravilloso fruto de un “acuerdo mínimo”, de un consenso.
A fines de octubre 2021 se volvió a reunir un grupo de gente en Cusín y el tema fue el déficit fiscal. El déficit, el resultado de gastar más de lo que se tiene, es una plaga que ha afectado al Ecuador por casi una década y media y es el responsable de la enorme deuda pública que tenemos. Es también el resultado de una sociedad que no puede ponerse de acuerdo en cómo financiar el gobierno que tenemos o en cómo achicar el gobierno para que se financie con los ingresos disponibles. O en cómo llegar a un punto medio. En resumen, un país sin un consenso sobre ingresos y gastos de aquello que nos es común a todos (el gobierno).
Fue una ocasión extraordinaria para oír a muchos “otros”, a muchos que piensan distinto y para entender por qué piensan distinto. Ojalá hubiera cientos de Cusines con miles de ecuatorianos dialogando.