1. La caída del ingreso real per cápita de los ecuatorianos medido en dólares es tan evidente como sostenida desde el año 2014. El año 2020 con 3787 dólares per cápita se retrocedió al nivel del año 2010 en que apenas se alcanzaron 3762 dólares por persona.
2. Porcentualmente el ingreso (PIB) real per cápita muestra una desaceleración sostenida que hace crisis el año 2020 con (-9.0%). Los últimos 3 años fueron los peores, justo cuando Ecuador liquidó gran parte de la inversión pública «haciendo los deberes y poniendo la casa en orden».
El 'Empleo Adecuado Pleno' en enero de 2021 fue 32.0 % de la PEA y en septiembre de 2021 fue 33.5 % de la PEA. Por su parte el 'Ingreso Laboral Promedio' en enero de 2021 fue 404.1 dólares y en septiembre de 2021 de 309.0 dólares.
3. Como era de esperar la desaceleración del ingreso per cápital de los ecuatorianos produce la misma tendencia en la tasa de variación del consumo per cápital de los hogares, contrae fuertemente el nivel de ventas de las empresas, destruyendo crecimiento y empleo.
4. El déficit global sigue presente y no obstante las ofertas reiteradas en contrario en los últimos tres años se lo con en fetiche de la economía ecuatoriana, introduciendo políticas de ajuste contractivo en medio de la crisis sin otro resultado que no sea la ratificación de su permanencia y la profundización del endeudamiento, desempleo y pobreza.
5. Las oficiales cifras del INEC señalan que Ecuador mantiene una ecuación muy alta de desempleo y subempleo (66.5 %) de la población económicamente activa (PEA) y paralelamente se ha producido un fuerte deterioro del ingreso laboral mensual promedio de los trabajadores.
CONCLUSIÓN
Es evidente que la mayor parte de la factura producida por una mezcla de mala economía y pandemia la están pagando los trabajadores y las familias ecuatorianas con la marcada reducción de sus ingresos.
Este es el inoportuno y peligroso punto de partida de una reforma tributaria lineal y fiscalista que ha asumido que la economía es estática, solo de sumas y restas, que crea e incrementa impuestos en medio de la recesión y la pandemia, como si empresas y personas estuvieran en capacidad de resistirlo sin sumar nuevas consecuencias negativas.
Las cifras y los indicadores anteriores deben invitar al Gobierno y a la Asamblea Nacional a una seria reflexión pues muestran una realidad económica y social inocultable que podría colocar la necesaria paz social en el límite de resistencia.