En términos coloquiales, claro está.
El chivatazo del expresidente Rafael Correa, un vano intento de frenar el operativo “Metástasis”, no fue suficiente para frenar la valiente y osada voluntad de la fiscal general del Estado de cortar de un tajo el tentáculo del narcotráfico incrustados en el tejido Judicial.
Sapo, soplón, delator, póngale el adjetivo que usted quiera amable lector. Al margen de aquello, la delación de Correa es un delito, penado por ley: obstrucción a la Justicia o fraude procesal.
El susurro a gritos de Correa, en la red X (antes Twiter), no impidió que jueces, fiscales, policías, cayeran en la redada masiva y potente de la Fiscalía.
Punto para la fiscal. Repudio público para Correa.
A la fiscal al le sobran ovarios. A Correa le sobra impunidad. Debería estar tras las rejas.
Diana Salazar, fiscal general del Estado, es nuestra Elliot Ness, su lucha incansable y temeraria contra el crimen organizado, narcopolítica, es ejemplar. Merece todo el apoyo y reconocimiento de un país que reclama y clama paz y seguridad.
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