La producción de petróleo en Sudamérica registra un auge sin precedentes, proyectándose como la región con el crecimiento más acelerado a nivel global entre 2024 y 2030, con un incremento estimado del 30 %. Este avance supera incluso a Medio Oriente y Estados Unidos, impulsado por grandes proyectos en aguas profundas y yacimientos no convencionales.
Brasil lidera el crecimiento gracias a sus reservas en el presal, con proyectos como Búzios, Mero, Sépia y Atapu, que marcan récords de extracción. Guyana, con el Bloque Stabroek, y Argentina, con Vaca Muerta, aportan significativamente al aumento regional. En conjunto, se espera que Sudamérica pase de producir 7,4 millones de barriles diarios a cerca de 9,6 millones, mientras que Colombia, Ecuador y Venezuela enfrentan perspectivas de disminución productiva.
Expertos de Rystad y Wood Mackenzie destacan que la región combina alta productividad con baja intensidad de carbono, un atractivo para las grandes petroleras. Sin embargo, advierten que mantener este impulso más allá de 2030 dependerá de la inversión en infraestructura y la explotación de nuevos yacimientos.
En Argentina, Vaca Muerta ha alcanzado un récord de producción en julio, con un crecimiento interanual del 28 %. Se prevé que a fines de 2026 entre en operación un oleoducto de más de 400 kilómetros hacia una terminal portuaria en el Atlántico, lo que aceleraría aún más la extracción de hidrocarburos no convencionales mediante fracking.
A pesar del crecimiento, este boom petrolero enfrenta críticas de científicos y ambientalistas, que advierten sobre la necesidad de invertir en energías limpias y cumplir con metas de reducción de emisiones. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, defiende la producción como un medio para financiar la transición energética y la energía verde.
El aumento proyectado, que podría llegar hasta un 35 % hacia fines de la década, convierte a Sudamérica en la región petrolera de más rápido crecimiento, con un promedio anual de expansión del 4 al 5 %, frente al 1 % mundial. La combinación de nuevos descubrimientos, bajos costos de producción y ausencia de restricciones de la OPEP refuerza su atractivo para inversores internacionales, consolidando a Sudamérica como un actor clave en el mercado global de petróleo y gas.
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