La junta penitenciaria de California negó esta semana las solicitudes de libertad condicional de Lyle y Erik Menéndez, quienes cumplen condena mínima de 50 años por el asesinato de sus padres en 1989 en Beverly Hills.

El jueves fue el turno de Erik y el viernes de Lyle. En la audiencia de este último, que se extendió por más de 10 horas, el mayor de los hermanos expresó arrepentimiento: “Nunca podré compensar el daño y el dolor que causé a todos los miembros de mi familia. Lo siento mucho y lo lamentaré para siempre”.

Pese a ello, el panel cuestionó su historial en prisión, en especial el uso ilegal de un teléfono celular durante varios años. En el caso de Erik, un informe lo calificó como un riesgo “moderado” para la sociedad, a pesar de haber participado en programas de rehabilitación.

El caso Menéndez fue uno de los juicios más mediáticos de los años 90. La defensa alegó abusos sexuales por parte del padre, mientras la Fiscalía sostuvo que los hermanos actuaron por ambición para quedarse con la fortuna familiar.

Originalmente sentenciados a cadena perpetua sin opción a libertad condicional, en mayo pasado un juez revisó su pena en el marco de una reforma que contempla beneficios para quienes cometieron crímenes siendo jóvenes. Con ello, se abrió la posibilidad de que solicitaran la libertad condicional.

Los hermanos podrán volver a pedir el beneficio en el futuro, pero sus esperanzas inmediatas están en un posible indulto del gobernador Gavin Newsom, quien, según analistas, podría evitar pronunciarse para no desgastarse políticamente de cara a una eventual candidatura presidencial en 2028.

Al mismo tiempo, la defensa insiste en un nuevo juicio, alegando la existencia de pruebas no valoradas. Sin embargo, la Fiscalía de Los Ángeles rechaza reabrir un caso que, 35 años después, sigue generando debate en la opinión pública.