El secretario de Estado de los Estados Unidos (EE.UU.), Marco Rubio, aseguró, días atrás, que Nicolás Maduro “no es el presidente de Venezuela” ni representa un gobierno legítimo, sino que Nicolás Maduro es el líder del Cártel de Los Soles”, una organización a la que calificó como narcoterrorista. Además, señaló que el régimen venezolano estaría implicado en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Maduro, actualmente, “es acusado de corromper las instituciones venezolanas para facilitar el esquema criminal de narcotráfico del cártel hacia Estados Unidos y Europa”. Así mismo, de ser permisivo con la banda criminal del Tren de Aragua y exportar sus actividades violentas hacia toda la región.
Estas afirmaciones del Secretario de Estado de los EE.UU. anteceden a la declaración del gobierno de Donald Trump sobre el Cartel de Los Soles, como una organización terrorista. Esto ha sido un giro en las relaciones con Venezuela, así como no aceptar al régimen ilegítimo de Maduro, e incluso la posibilidad de una intervención militar en ese país.
La designación del Cartel de los Soles como organización terrorista por parte de EE.UU reconfiguraría por completo el enfoque legal y operativo del país frente al narcotráfico transnacional. Según explicó el secretario de Estado, Marco Rubio, esta calificación permitiría utilizar otras herramientas del poder estadounidense de carácter militar y de inteligencia propias, que son empleadas cuando existen amenazas reales a la seguridad nacional.
Por lo que, la estrategia de los EE.UU. al tratarlos como organizaciones terroristas y no como narcotraficantes y considerarlos una amenaza a la seguridad nacional, porque ejecutan actos de terrorismo, implica que su abordaje iría más allá del ámbito judicial, abriendo las posibilidades de operaciones militares de intervención, con la consecuente caída del gobierno dictatorial de Venezuela.
Para esta nueva configuración geoestratégica, el presidente Donald Trump firmó ya la orden dirigida al Pentágono que faculta el uso de la fuerza militar contra varios cárteles de la droga latinoamericanos, clasificados por su administración como Organizaciones Terroristas Extranjeras (OTE), entre las que figuran: las FARC, Segunda Marquetalia, el ELN, el Cartel de Sinaloa, el Cartel de los Soles, el Tren de Aragua y la Mara Salvatrucha, entre otros. Con operaciones militares directas, operaciones navales, de interdicción aérea en altamar y en suelo extranjero contra los OTE, asegura un control de las aguas del mar Caribe plagadas por rutas del narcotráfico, especialmente las procedentes de territorio venezolano. Estas organizaciones criminales, según la administración Trump, son responsables de gran parte del tráfico de fentanilo y otras drogas ilegales hacia Estados Unidos, consecuentemente de una cadena de violencia transnacional.
De esta manera, se conjugan una serie de acciones contundentes que permiten en forma efectiva, combatir el crimen trasnacional en la región, aumentando a $50 millones la recompensa por la captura de Nicolás Maduro y sus secuaces, la incautación de bienes en el exterior por un monto que superan los $700 millones y la meta que hasta diciembre Maduro entregue el poder al legítimo presidente de Venezuela , Edmundo Gonzáles. Además, que sea extraditado para ser juzgado en los tribunales estadounidenses.
Siguiendo la ruta geoestratégica, el presidente de Ecuador Daniel Noboa, también declaró como organización terrorista al Cartel de los Soles, porque nuestro país recibe los efectos de la violencia que genera el narcotráfico trasnacional, mediante las alianzas con las mafias locales, especialmente con la presencia de integrantes del Tren de Aragua. Esta medida tomada por el presidente Noboa es correcta, como se ha dicho en varias ocasiones, las redes del crimen organizados tienen características trasnacionales y las políticas deben también obedecer a esas premisas, como una política internacional coherente. A la cual se ha sumado también el Congreso de Paraguay, conminando al Gobierno que declare también al Cartel de los Soles como organización terrorista.
Otro factor de análisis es la dura posición de EE.UU. hacia Venezuela, que no solo es por el narcotráfico, sino por la ilegalidad del Gobierno de Maduro, al cual pretenden deponer, por lo que la presión militar será de tal manera que sería imposible que las Fuerzas Armadas Bolivarianas tengan la capacidad y el poder bélico de responder a un eventual ataque de las fuerzas de despliegue que actualmente ya están operando en el mar Caribe, frente a las costas venezolanas.
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