El Cisne y la Churonita

Ago 21, 2025

Por Kléver Antonio Bravo

Ayer llegó a Loja la Virgen del Cisne, conocida también como La Churonita. Los ríos de gentes que acompañaron durante la peregrinación desde el pueblito de El Cisne, pasando por San Pedro de la Bendita, el cantón Catamayo, hasta llegar a la ciudad castellana de Loja, donde la recibieron miles y miles de gentes en la emblemática Puerta de la Ciudad, para que luego sea ubicada en el altar mayor de la Catedral.

La historia de La Churonita se remonta a finales del siglo XVI, específicamente al año 1595, cuando los moradores de El Cisne, agobiados por la sequía de ese entonces, pidieron esculpir una virgen que represente la fe a María, madre de Jesucristo. Así fue como el pedido llegó a don Diego de Robles, nativo de Toledo – España, quien era parte de los maestros de la Escuela Quiteña. La imagen fue esculpida ese mismo año; de modo que, al año siguiente, la Virgen del Cisne llegó al pueblo para ocupar un santuario por demás modesto, hecho de adobe y paja. Un tributo de sus pobladores, por el milagro de haber calmado la sequía. Milagro que hizo posible la multiplicación de la fe por toda la región del austro y el norte de Perú.

Con el paso de los siglos, la devoción a La Churonita se fue incrementando gracias a sus milagros y bendiciones; así también, se fue modificando el santuario, tanto en su forma como en sus dimensiones.

Llegado el siglo XX, aquel santuario modesto y sencillo se convirtió en la gran Basílica de la Virgen del Cisne, obra atribuida a los misioneros oblatos, bajo la dirección del padre lazarista Pedro Bruning, encargado del diseño; al padre Ricardo Fernández, en la dirección general de la obra; al padre Hugo Faggioni y a don Ramón Paccha, oriundo del sector, en los ornamentos externos. A este respecto, se debe recalcar que la obra plantó sus primeros cimientos en 1934, dando por concluida en 1978 e inaugurada oficialmente el 12 de agosto de 1979, llegando a ser una basílica imponente: por su estilo gótico y su color celeste opaco.

Sobre La Churonita, se puede apreciar el rostro auténtico de una santa de nuestra Iglesia católica. Luce una corona con doce estrellas y unos vestidos lujosos donados por sus peregrinos. En su mano derecha sostiene el cetro de oro, en su mano izquierda sostiene un niño. Ha sido tan respetada y tan querida, que el libertador Simón José Antonio de la Santísima trinidad Bolívar y Palacios, al ver la fe de miles y miles de feligreses de la región, decretó la Feria de Loja desde el cuartel general de Guayaquil, en paralelo a las festividades de la Virgen. Esto sería allá por el año 1829.

Hoy en día se calcula que participan de la peregrinación una cifra de 20 000 feligreses que cumplen con sus promesas, aparte de los millones de devotos en territorio ecuatoriano y en la parte norte de Perú. A esto se suman las decenas de miles de miembros de la Policía Nacional, institución en la cual La Churonita es su patrona.  En sí, esta peregrinación es una manifestación de fe, gratitud, devoción y búsqueda de milagros por parte del común de una sociedad que espera de ella bendiciones en la salud, el bienestar, la fortuna y el perdón; porque, de seguro, habrá también hombres cuyos pecados no tienen perdón desde lo humano, y esperan el perdón de la Virgen. Eso explica el porqué de la caminata con los pies descalzos y la conciencia que se desborda. En fin, todos los milagros tendrán sus historias, y todos los pedidos esperan sus concesiones desde la bondad y pureza de La Churonita. Que así sea.  



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