La disputa política traspasa los límites de su propia arena y ahora, más que ayer, se halla muy bien posicionada en ciertos medios de comunicación y periodistas-analistas de los mismos, que se juegan el todo o nada para responder según la línea ideológica, a la pauta publicitaria oficial contratada o ausente y, ojalá que sean solo sospechas o rumores sin ninguna prueba, hasta a pagos directos, como empleados, de tal o cual organización partidista o de una ilegal con intereses políticos.
Mientras de una parte todo lo que hace el gobierno nacional está muy bien calificado, de la otra, esa misma gestión es censurada y recibe cero de calificación. Si se trata del combate a la delincuencia, en ambos casos el comentario es superlativo: los golpes dados son magistrales o todo es fracaso absoluto. Cuando la Corte Constitucional sentencia, la situación no varía: atenta contra los derechos ciudadanos o, sencillamente, garantiza los derechos ciudadanos. No hay escapatoria, y en la red social menos. Allí se tejen, de parte y parte, con abono de troles y desalmados, brutales y despiadadas disputas, adquiriendo características infernales, diabólicas.
La situación del Ecuador es compleja y salir de ella es difícil. ¿Es posible conseguirlo? Claro que sí. La única condición es serenarse y abandonar los extremos. A título de libertad de expresión, que, por todo lo que acontece sí existe, no está bien que se confunda y desoriente al ecuatoriano. Sin necesidad de apartarse de lo que se cree en materia política, lo cual no tiene motivo de condenarse, es imprescindible no olvidar jamás el verdadero rol de periodistas y medios de comunicación: actuar con incuestionable responsabilidad y honestidad, aportar -con medición en mano- al desarrollo nacional y al progreso social.
Si la tecnología permite que todos los que tienen acceso a ella puedan, sin necesidad de ser profesionales, decir cuánto les dé la gana y hacerlo en la forma, igual, de su regalada gana, quienes aparecen con la calidad oficial de medios de comunicación, digitales y convencionales, están obligados moralmente a un comportamiento radicalmente diferente. Como está sucediendo, sólo hacen el caldo gordo al caos y pandemonio. ¡Los ecuatorianos no quiere eso!
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