Banco Pichincha volvió a enfrentar este lunes una interrupción en sus servicios digitales. La aplicación móvil de la entidad financiera, una de las más utilizadas del país, presenta restricciones que limitan su uso únicamente a la consulta de saldos, dejando inhabilitadas funciones clave como transferencias, pagos de servicios, consultas de movimientos e incluso el retiro sin tarjeta.
Aunque los saldos pueden visualizarse, el propio sistema advierte que estos “pueden demorar en actualizarse”, generando aún más incertidumbre entre los usuarios.
Mientras tanto, las operaciones en ventanilla y los cajeros automáticos continúan funcionando con normalidad. Sin embargo, la ausencia de comunicación oficial inmediata por parte del banco ha generado una ola de críticas en redes sociales, donde cientos de clientes expresaron su malestar por no poder acceder a sus fondos ni realizar pagos en línea.
Este nuevo episodio se suma a una serie de fallas registradas durante las últimas semanas. La Superintendencia de Bancos ya había calificado un incidente anterior como un hecho “aislado” y aseguró que la entidad se mantiene solvente y con indicadores financieros sólidos. No obstante, la reiteración de fallas en corto tiempo ha debilitado la confianza de los usuarios, sobre todo en el contexto actual de alta dependencia de los servicios digitales.
El silencio institucional ha sido otro de los factores que alimenta el malestar. Hasta el cierre de esta edición, Banco Pichincha no ha emitido un comunicado explicando el origen de la falla ni el tiempo estimado para su solución, lo que deja en el aire la pregunta sobre la estabilidad tecnológica del sistema.
Los clientes afectados, especialmente pequeños negocios y profesionales que dependen del servicio para sus operaciones diarias, han pedido la intervención de los organismos de control y un plan de contingencia efectivo que garantice continuidad y seguridad en las transacciones.
En un entorno cada vez más digitalizado, los errores reiterados en plataformas bancarias no solo afectan la operatividad financiera del día a día, sino que socavan la relación de confianza entre el cliente y la institución.
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