Ah, la tecnología celular…

Ago 4, 2025

Por Melvyn O. Herrera C.

Desde muy joven viví con electricidad, radio, refrigeración, telefonía y TV, hasta que cambié la máquina de escribir mecánica de estudiante, por una eléctrica para los negocios. Pronto, una de las empresas que dirigía, debió comprar una copiadora Xerox, marca dominante en el mercado y coincidió que dicha Cia. también compró la central edificación en Manta -junto al banco Pichincha- donde funcionaba esta multinacional con sus servicios y ventas; incluyó este negocio la distribución de la tecnología computacional para Manabí al suceder que Xerox adquirió la venta de las primeras computadoras IBM, que en eso tiempos eran algo astronómico por sus alcances y precios; pese a ello, Distribuciones Herrera S. A.-DIHER, fue la pionera de este hito científico al vender en Manabí las primeras computadoras existentes y con esa famosa marca. Surgiendo entonces la genialidad de Steve Jobs con sus Apple, que confiaron en Xerox y su red, a la que DIHER pertenecía con sus ventas en Manabí de esos primeros modelos, hasta las prominentes Macintosh de la misma Apple.

Luego de unos cuantos exitosos años paulatinamente el mercado fue invadido por la innovación oriental desde Taiwán, con la calidad y precios bajos de marcas como DFI y otras que se denominaron “clones”. Al complacer las necesidades de la población, se convirtieron en genéricos. Por esos años volvió a surgir la genialidad de Apple y también de otras marcas al unir las tecnologías computacionales de las PC con la telefonía, esta vez en los ahora imprescindibles celulares que desplazaron al servicio de los radios portátiles, que con antenas repetidoras nos prestaban empresas manejadoras de las frecuencias estatales. Una de ellas, dirigida por el ingratamente recordado Ing. Ricardo Rivera (+) tío del ahora prisionero Jorge Glas; ellos nos prestaban sus servicios en nuestros varios locales de Manabí, hasta que los celulares los desplazaron, terminando mis relaciones no de buena forma con ellos; por eso, desde hace rato muy bien que los conocí, al ser este mundo tan chiquito…

Lo precedente es para comentarles -generosos lectores- que por habérseme descompuesto ese artilugio casi indispensable en el diario vivir, concluyo, y perdonen lo criollo de mi expresión, ahora podemos prescindir hasta de nuestras prendas de vestir más íntimas, pero no de este aparato, el celular, aparato que poco a poco ya mismo realiza todo. Comenzó reemplazando a la radio, como en mi caso, y paulatinamente fue invadiendo tantas funciones de otros recursos del diario convivir que es inoficioso detallarlas, y más lo será cuando se junte con la novísima Inteligencia Artificial. Al momento, es asombroso que ya se introdujo en nuestros bolsillos y cuentas bancarias, reemplazando al monedero y a la misma sacrosanta chequera, con las consabidas y ahora cada vez más habituales tarjetas y transferencias del dinero en cuentas bancarias a otras receptoras; todo, sin el manejo manual de los dineros, proveyéndonos de algo en lo que ahora somos deficitarios: seguridad. Por lo mismo, los progresos tecnológicos de los celulares nos obligan -recomiendo- a no ser deficitarios en el manejo de este novísimo campo en el que ya existen “analfabetos informáticos” por el mal uso/manejo de los actuales teléfonos celulares. He dicho.



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