El megaterremoto de magnitud 8,8 que sacudió el este de Rusia este miércoles generó una alerta masiva en todo el Pacífico, pero el temido tsunami no causó los estragos que muchos esperaban. Aunque se registraron olas de hasta 4 metros en algunas zonas costeras, el impacto fue considerablemente menor en comparación con otros eventos sísmicos de similar magnitud.
Expertos explicaron a la BBC que la magnitud de un terremoto no siempre garantiza la fuerza del tsunami que puede desencadenar. En este caso, varios factores clave ayudaron a contener la amenaza:
- Ubicación y forma del fondo marino: La topografía submarina cerca de la península de Kamchatka, en el Lejano Oriente ruso, influyó directamente en la propagación de las olas. Dependiendo del relieve, un tsunami puede dispersarse más o aumentar su fuerza.
- Profundidad del sismo: Aunque inicialmente se estimó que el sismo ocurrió a 20 km bajo tierra, algunos geólogos plantean que podría haber sido más profundo, lo que disminuye el movimiento del fondo marino y reduce la energía transmitida al agua.
- Poca densidad poblacional: La zona más afectada, en la remota Kamchatka, no tiene grandes concentraciones urbanas. Eso ayudó a limitar los daños materiales y humanos.
- Forma del tsunami: Las olas viajaron a gran velocidad por el océano, pero perdieron fuerza al llegar a tierra firme, especialmente en costas lejanas donde las alertas permitieron evacuaciones oportunas.
La comparación con otros tsunamis
A diferencia del devastador tsunami de 2004 en el océano Índico o el de 2011 en Japón, las olas de este fenómeno no superaron los 4 metros, cuando en aquellos eventos alcanzaron alturas de hasta 30 metros, arrasando poblaciones enteras.
Aunque se evitó una tragedia mayor, el evento dejó en evidencia la fragilidad del Cinturón de Fuego del Pacífico, una región altamente sísmica donde se acumulan enormes tensiones tectónicas. El terremoto también provocó la erupción del volcán Klyuchevskoy, lo que mantiene a las autoridades en alerta máxima en la zona.
Este sismo sirve como recordatorio de que la prevención y la preparación siguen siendo clave, especialmente en regiones propensas a desastres naturales. La ciencia puede explicar por qué esta vez el tsunami fue menos destructivo, pero también advierte que no siempre se tendrá la misma suerte.
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