La lista de Olsen

Jul 30, 2025

Por María Verónica Barreiros

El 10 de julio de 2025 se bloqueó el acceso a la información sobre los nombres y cargos de los funcionarios que trabajan en la Asamblea Nacional del Ecuador. justo después de que el asambleísta adolescente y artista plástico, Dominique Serrano —sí, el mismo que dibuja en plena sesión—sin querer queriendo destapara una de esas ollas de grillos que huelen peor mientras más se remueven.

Ese mismo día, la prensa reportó que ocho familiares de legisladores habían sido desvinculados y tres más presentaron su renuncia. Nada de esto habría pasado si mi guagua Dominique no sacaba su lápiz y papel en una reunión. Fue gracias a su inoportuna creatividad que se supo que en el Legislativo había más parientes que en una cena navideña.

El presidente de la Asamblea, el espigado Niels Olsen, confirmó días después —el 15 de julio— que en total 40 funcionarios con vínculos familiares con asambleístas habían salido: 21 por desvinculación y 19 por renuncia. Hasta ahí todo bien… hasta que se revisó la famosa lista.

Porque sí, hubo lista. Pero no con nombres. No con partidos. No con vínculos. Solo con cargos. Un listado que parecía más parte de un organigrama genérico que un acto de transparencia. ¿Y los responsables? Silencio. La prensa dijo que había de todo: ADN, Revolución Ciudadana, PSC. Pero en los documentos oficiales, nada.

A duras penas nos enteramos, por periodistas persistentes, que la mamá y el hermano de Serrano fueron parte de los desvinculados. También el sobrino y la cuñada del asambleísta Santiago Díaz. El resto permanece bajo una discreción casi episcopal. Olsen, cuando se le preguntó por los nombres, dijo que no los podía revelar “por ley”.

¿Y la transparencia? Bien, gracias.

Mientras aún resonaban los chirridos de la olla legislativa, otro escándalo burbujeó en el Ejecutivo, algo no es nuevo, pero sigue siendo feo como escarbarse los dientes con el carnet de funcionario público. Esta vez, el foco cayó sobre el Ministerio de Inclusión Económica y Social, donde se descubrió —gracias a un tuit con captura incluida— que la novia del ministro Harold Burbano, la doctora Lizeth Piedra, trabajaba junto a él.

Y cuando la cosa se puso incómoda, ¡zas! Cambio de lugar de trabajo. Qué dicha poder navegar así por la burocracia, como una orca en aguas templadas.

¿Y qué dijo el ministro Burbano? Nada. Al parecer el silencio es política de Estado.

Este gobierno, que prometió romper con las mañas del pasado, parece simplemente haber heredado sus vicios. Yo solo espero que la doctora Piedra sea una funcionaria ejemplar: puntual, trabajadora, intachable. Para que, si algún día le toca rendir cuentas, tenga algo que mostrar y no sólo su habilidad para navegar como una baby beluga.



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