Guayaquil y Guayas

Jul 30, 2025

Por Jorge A. Gallardo Moscoso

Los ecos de las festividades julianas se apagan. El festejo de 2025 deja interrogantes: ¿si hubo?, ¿se sintió la algarabía popular?, ¿qué, de veras importante, recibieron los habitantes de Guayaquil de su alcaldía? Cierto es que Guayaquil, como el resto del Ecuador, vive el temor de la inseguridad ciudadana, pero qué se hizo para impedir que la fecha fundacional no pasara casi desapercibida. Aventurado sería creer que el máximo organismo de la ciudad y del cantón, en vista de que no ha tenido nada que entregar ni trascendente que mostrar, se aprovechara de los tiempos difíciles y eso, al final, sea su mejor excusa para la descolorida celebración.

Hubo un tiempo doloroso y muy amargo para los guayaquileños antes de agosto de 1992. La ciudad estaba perdida en basura, podredumbre, olores pestilentes y corrupción que se deslizaba en toboganes. Pero, a partir del mes y año citados y hasta que asumiera el alcalde en funciones (2023-2027), el Sillón de Olmedo fue ocupado por ciudadanos de una misma línea política, entregados en alma y cuerpo al gran rescate de la ciudad, dispuestos por entero a mejorar las condiciones y calidad de vida del habitante porteño, a convertirse en ejecutores de la más grande obra pública y social que recuerde la historia de Guayaquil. Las fiestas de fundación y de independencia alcanzaron, entonces, extraordinario brillo, la comunidad guayaquileña se volcaba e inundaba las calles de la ciudad entera evidenciando el sano orgullo de ser habitante de la Perla del Pacífico, de vivir en esta grandiosa ciudad. Fue el tiempo en que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de su Programa para el Desarrollo (UNDP), distinguiera a Guayaquil como una “experiencia ejemplar en gobernabilidad y desarrollo humano a nivel local, en América Latina”.

Y en el campo provincial es lamentable saber, también, que el dragado en el río Guayas, para retirar los sedimentos, concluyó por la terminación unilateral del contrato por parte de la Prefectura por incumplimientos y multas límite impuestas al consorcio encargado de ese trabajo iniciado en junio de 2023. De acuerdo con expertos el retraso que acusa esta obra vital para evitar poner en riesgo la navegabilidad en el nacional e icónico río es de 50 años y cada día que pase sin ser dragado se pierde profundidad en el mismo por la aparición de bancos de arena, siendo el más grande el del islote El Palmar. 

Ahora, por enésima ocasión, se vuelve a hablar de una mancomunidad interprovincial (Guayas, Los Ríos, Manabí, Bolívar, Cotopaxi, Cañar, Chimborazo y Santo Domingo), para acometer en esta obra de interés nacional. ¡Por Dios! Háganlo ya, sin demoras ni pretextos. ¡Basta! de estar empeñados en millonarios contratos; que sea la misma mancomunidad la que sea la propietaria de la draga que se requiere, no para un trabajo de meses, sino permanente como recomiendan los expertos, porque la sedimentación nunca va a acabar. ¿O acaso quieren que el Guayas se convierta “en un pequeño canal para lanchas pequeñas y canoas”?



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