A un año de las cuestionadas elecciones presidenciales en Venezuela, el chavismo no solo mantiene el control del poder, sino que lo ha ampliado, pese a que no ha presentado pruebas de su victoria y bajo el peso de una creciente crisis de legitimidad.

La oposición, que asegura que Edmundo González fue el verdadero ganador en 2024 y ha difundido el 80% de las actas como prueba, optó por la abstención en las últimas elecciones regionales y municipales. El resultado ha sido una hegemonía inédita: el chavismo gobierna hoy 23 de los 24 estados del país y 285 de los 335 municipios.

La protesta por los resultados del año pasado fue respondida con represión. Miles de detenidos, acusaciones de terrorismo, desapariciones forzadas y un clima de temor generalizado han sido documentados por organismos internacionales. La figura del voto, que alguna vez canalizó el deseo de cambio, parece hoy neutralizada, reseña al BBC.

Al mismo tiempo, la economía sigue condicionada por las sanciones y una producción petrolera que, pese a un leve repunte, no logra estabilizar los ingresos del país. La inflación y la devaluación golpean los bolsillos, mientras el salario mínimo permanece congelado y el bolívar pierde valor día tras día.

El control institucional es casi total, la oposición está dividida y en el exilio o en la clandestinidad. Y mientras el chavismo celebra lo que califica como “victorias históricas”, un sector del país se pregunta si aún es posible el cambio por la vía electoral.