Los Pura Sangre, los racistas y los migrantes

Jul 26, 2025

Por Luis Antonio Guijarro

Los caballos me encantan, aunque reconozco que no es por afición, sino por su figura, majestuosidad y fortaleza. Las oportunidades que he tenido para montar a caballo han sido más bien escasas, y en la mayoría de ellas, el mejor momento del periplo era cuando finalmente me bajaba de la montura. Nunca aspiré a ser vaquero y peor jinete, pero sí conocí a uno. Joao, mi compañero en el curso de idioma en Alemania, había sido jinete profesional (jockey) en su Brasil natal, e incluso corrió en el famoso hipódromo de Río de Janeiro.

Joao me explicó que en los Grandes Derbies (premios), corren exclusivamente los caballos Pura Sangre, correctamente dicho Pura Sangre Inglés (PSI), que son los equinos de las carreras de élite, por su velocidad y resistencia. Esta raza no permite cruce con ninguna otra y su pedigrí tiene que estar avalado por el registro en el libro genealógico de PSI del país. Tanto la raza como el libro genealógico de pedigrí provienen de la Inglaterra de fines del siglo XVII. Nobleza obliga.

Los registros de origen no solo se han limitado a certificar el pedigrí de animales. En 1935, Adolfo Hitler dictaminó como requerimiento para quienes querían gozar de derechos civiles en Alemania -como prestar servicios en el sector público-, el portar su Récord Racial, documento que debía demostrar notarialmente que en la familia del futuro funcionario no había ascendencia de otras razas mas que la alemana o de parentesco alemán, muy especialmente no debían tener sangre judía, gitana o negra. El “libro genealógico” usado en la Alemania nazi para certificar la pureza racial de hasta tres generaciones, o como mínimo desde el año 1800, eran los documentos del registro civil o los certificados de bautizo de las diferentes iglesias cristianas.

Últimamente somos testigos de cómo el bueno del presidente Trump ha determinado cumplir con una de sus promesas de campaña: combatir la migración “no regularizada”. Lo malo no es que un candidato al ganar cumpla con una promesa de campaña, sino que lo haga a su estilo, rocambolesco, ordenando dar caza y deportar a miles de miles de migrantes de los EE.UU. como si de escoria se tratase y se sospechara que son el germen de la delincuencia y de todo mal que tiene ese país.   

La cacería de brujas desatada por Trump no solo ha causado un clima de pánico entre las comunidades migrantes que viven en EE.UU., sino que parece ser una fuente de motivación y un ejemplo a seguir para los ultraderechistas europeos, de los que desgraciadamente hay varios ejemplares, que organizan disturbios xenofóbicos conforme las costumbres propias de cada país. Hace dos semanas en Torre Pacheco, una localidad de unos 40 mil habitantes, al sureste español y próxima a la ciudad de Murcia, 3 jóvenes agredieron a un señor de 68 años, quien dijo reconocer que eran marroquíes. Aunque hasta el momento fuentes policiales no han confirmado su nacionalidad, este evento provocó un llamado a participar en un mitin contra la violencia, organizado por el municipio. Este es el motivo que esperaban los fascistas para darse cita en tal localidad y empezar una fiesta brava de cacería generalizada de migrantes árabes, llamados en España despectivamente como “moros”.

Los matadores fascistas que participaron en esta “corrida o más bien San Fermines de Moros” eran de un grupo autodenominado “Deport Them Now” (depórtalos ahora), quienes difundieron las invitaciones entre los suyos para participar en la cacería. Otro grupo ultraderechista llamado “Desokupa” confirmó por redes sociales su participación en este evento.

Las cámaras de vigilancia de un local de expendio de Kebab grabaron la entrada de varios de estos salvajes cubiertos con cascos de motos y vestidos de negro, que destruyeron a mansalva con bates de béisbol todo lo que se encontraba en este local. Cámaras públicas registraban cómo otro grupo de cobardes perseguían de igual manera a muchachos a los que doblaban en tamaño al grito de “fuera moros de mierda”. El pueblo estuvo casi una semana paralizado, presa del pánico, a pesar de la presencia de la Guardia Civil.  

Me llena de tristeza y de repudio la cacería de cientos de miles de personas, migrantes con residencia legal, incluso de segunda generación, que son perseguidos por fascistas fundamentalmente en el denominado Occidente al mando de los EE.UU., basándose en una inculpación racista de ser genéticamente criminales, profesar religiones perniciosas o de no estar integrados a las costumbres del país.

Me pregunto, ¿Quiénes son esos fascistas? ¿De dónde vienen? ¿Quiénes les financian? ¿No son también genéticamente criminales? ¿Son estas costumbres del país de llegada a las que el migrante tiene que adaptarse? ¿Qué religión profesan? ¿Cuál es el rol y la responsabilidad de los políticos de los partidos de ultraderecha? ¿Cómo piensan combatir la migración ahora en EE.UU. y Europa, con un Certificado de Raza?

Es devastador ver cómo seres humanos son rechazados, vilipendiados y cazados, literalmente, no por lo que hacen sino simplemente por la esencia de lo que son, por su tez morena, por sus rasgos, por sus genes.  Más aún, por haber tenido que abandonar sus países de origen en búsqueda de mejores días, por no permitirles adaptarse y sentirse parte del país que en esencia nunca les acogió ni les acogerá por el delito de ser migrantes.

Hemos retornado a las leyes raciales de la guerra de la recesión en EE.UU. en las que ahora el rol de los negros lo tienen los migrantes: iguales, pero segregados. Ahora los del Ku-Klux-Klan se cubren con cascos de moto. Una de las más tristes etapas de la estupidez humana que se repite gracias a estrategias políticas miopes y cobardes.

Por cierto, los caballos Pura Sangre no son una raza pura, es una raza distinta que fue producto del cruce de 3 sementales importados de países árabes (o sea, moros) con yeguas inglesas. Este mestizaje dio como resultado una nueva raza, fuerte, altiva y hermosa. Con seguridad que tales yeguas no eran racistas y menos fascistas. Con las actuales bestias, en cambio, no es posible dar lugar a nada bueno ni extraordinario ni hermoso.    



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