Guayaquil cumple años: una ciudad que se reinventa con humor, música y corazón

Jul 25, 2025

Guayaquil no es solo una ciudad. Es una forma de ser. Así lo retrataron dos de sus artistas más emblemáticos, Hilda Murillo y David Reinoso, quienes ofrecieron una mirada íntima y colorida de la Perla del Pacífico en el marco de sus fiestas de fundación.

“Guayaquil es un compromiso con la alegría”, dijo el conductor de Contacto Directo al abrir el especial. No es una entelequia ni una construcción abstracta. Es un ejercicio diario de supervivencia con sabor a encebollado, con ritmo de pasillo y con humor de esquina.

David Reinoso, actor guayaquileño, no dudó en describir a su ciudad como un personaje vivaz, risueño y sabroso: “El guayaco no se amarga. Se ríe. Le encuentra el chiste a todo: al tráfico, a los cachos, a la vecina pitiona. Reírnos ha sido nuestro bálsamo”.

Pero también reconoció una manía que le cuesta dejar: la “viveza criolla”. “Nos colamos, nos parqueamos mal, nos hacemos los sabidos. Y eso, a la larga, es falta de respeto”, señaló con autocrítica.

Guayaquil suena y baila

Para Hilda Murillo, la música ha sido siempre parte de la identidad guayaquileña. Desde pasillos como Guayaquil de mis amores hasta canciones nuevas que empiezan a surgir con los cambios de la ciudad. “Guayaquil necesita más canciones que cuenten lo que hoy somos. Que narren nuestras nuevas emociones, dolores y esperanzas”, apuntó.

Y si algo define al guayaquileño, según la cantante, es el deseo de bailar. “Nos gusta la alegría. Nos gusta vivir”, dijo.

Ambos artistas coincidieron en que Guayaquil es una ciudad que se reinventa, aunque arrastre heridas. “El que se muere de hambre aquí es porque no quiere vender nada. Esta ciudad se mueve con el comercio. Todo se vende, menos la actitud”, dijo Reinoso.

Para Murillo, el guayaquileño tiene memoria. Recuerda su historia, sus incendios, su lucha, y la transmite. “Guayaquil tiene muchas cosas bonitas, pero le siguen faltando espacios culturales, sobre todo para los jóvenes”.

La calle como escenario

Reinoso confesó que el mejor lugar para observar al guayaquileño en estado puro es la calle: “Ahí ves cómo vibra la ciudad. La bahía es un sketch constante. Vas por una cosa y sales con cinco”.

Murillo, por su parte, destacó que incluso en medio del caos, el guayaquileño regala tiempo. “Se detiene a conversar, a escuchar, aunque llegue tarde. Es su forma de administrar los afectos”.

Guayaquil ha sido golpeada por la violencia, la desigualdad, los incendios, las migraciones. Pero mantiene su vitalidad. Su humor. “Tal vez sea el clima, no sé”, dice Reinoso. “Pero aquí nos reímos incluso de lo malo. Somos gozones por naturaleza”.

Ambos artistas cerraron con un llamado a cuidar la ciudad. A respetarla. A seguir creyendo en ella, bailándola, cantándola y, sobre todo, viviéndola con esa energía tan única que hace que Guayaquil no solo exista, sino que se sienta.

Porque Guayaquil no duerme. Se reinventa. Y sigue sonando a fiesta.



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