La reforma del Código de la Democracia fue, básicamente, la distribución de los escaños del método de Webster al método de Hond’t, para beneficiar a los partidos con mayor votación.  En otras ocasiones, se ha hablado de la necesidad de reducir el número de asambleístas que, en esta oportunidad, incrementaron de 137 a 151, debido al incremento de la población, pero un tema que siempre está vigente es el de la calidad de los asambleístas.

Para ser asambleísta, según el artículo 119 de la Constitución, basta con ser mayor de 18 años y estar en goce de los derechos políticos, además como el voto es por lista, muchos indeseables entran a la asamblea cuando, si hubiese sido individual la votación, no lo hubiesen logrado.   Además, las listas deben estar conformadas de tal forma que cumplan con la paridad de género y con una cuota respectiva de jóvenes.

Esta situación ha hecho que la Asamblea se vuelva una institución deplorable donde pulula la ignorancia y campea la corrupción, porque se ha visto de todo: diezmeros, traficantes de puestos, pandilleros y hasta violadores. 

La actual Asamblea no ha estado exenta de estos problemas.  Todo comenzó con un mozalbete, Dominique Serrano, dibujando en una sesión de la comisión de fiscalización que luego alegó tener síndrome de deficiencia de atención, pero que salió a la luz que su hermano trabajaba de asesor y su madre era también asesora del asambleísta Eckenner Recalde, cuya hija era la asambleísta suplente del susodicho artista.  Es decir, toda una trama familiar detrás de este muchacho.

Pero el asombro no duró mucho porque enseguida apareció otro escándalo más grave aún, el asambleísta Santiago Díaz fue acusado de violar a una niña de 12 años, hija de la asesora de la candidata presidencial Luisa González.  Este hecho conllevó también a descubrir que había un proyecto de ley, propuesto por Díaz y apoyado por 10 asambleístas, para bajar la edad de consentimiento sexual a 14 años.

Con estos dos escándalos que, seguramente, no van a ser los últimos ni los peores, los partidos políticos de estas joyitas deslindan su responsabilidad, siendo ellos los responsables directos de auspiciar a gente, no solamente ignorantes y sin educación, sino sin ningún principio ético ni moral.