Desde Bogotá, el presidente colombiano Gustavo Petro busca convertirse en la cara visible de los países del sur global que exigen acciones concretas contra lo que califican como “actos genocidas” de Israel en Gaza.
Este miércoles culmina en la capital colombiana la cumbre de emergencia del Grupo de La Haya, un bloque creado en enero y que reúne a Bolivia, Cuba, Honduras, Malasia, Namibia, Senegal, Sudáfrica y Colombia. Su objetivo: dejar atrás los discursos y pasar a las acciones diplomáticas, legales y económicas contra Israel.
La reunión, que ha sido respaldada por representantes de más de 30 países, entre ellos España, refuerza la apuesta internacional de Petro, quien ha hecho de la causa palestina un eje de su política exterior. Entre los asistentes destaca Francesca Albanese, relatora de la ONU para los territorios palestinos, recientemente sancionada por EE. UU.
Este movimiento es coherente con la postura que ha adoptado Petro desde la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel en 2024, una decisión que marcó un quiebre en la tradicional cercanía de Colombia con Washington y Tel Aviv.
El mandatario colombiano se ha distanciado de Estados Unidos, especialmente tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, y ha estrechado lazos con países como China, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, sumándose incluso al proyecto de la Franja y la Ruta.
Aunque el impacto real de esta cumbre es incierto, analistas coinciden en que Petro busca consolidarse como un líder internacional alternativo, capaz de representar a voces que históricamente han sido ignoradas en el conflicto de Medio Oriente.
Petro ha prometido que de esta cita saldrán acciones concretas para frenar la ofensiva israelí en Gaza, pese a que hasta ahora las órdenes de la Corte Penal Internacional y las resoluciones de la ONU han tenido poco efecto.
El propio Petro lo dejó claro en su columna en The Guardian: “El objetivo es detener la destrucción de Israel sobre Gaza con medidas concretas.”
Sin embargo, expertos como Sandra Borda, de la Universidad de los Andes, creen que el peso real del grupo es limitado, sobre todo frente a un Israel respaldado por Washington. Aun así, valoran el simbolismo de que el sur global busque plantarse como un nuevo referente moral.
Para Petro, este impulso internacional no solo busca cambiar la imagen de Colombia en el mundo, también fortalece su conexión con su base política interna, la izquierda más dura que siempre ha defendido la causa palestina.
En menos de un año para que termine su gobierno, Petro sabe que el rumbo internacional que está trazando podría no sobrevivir a su mandato. Por eso, expertos creen que está jugando su última carta para dejar una huella en la política exterior del país.
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