Centenario de la Revolución Juliana

Jul 10, 2025

Por Kléver Antonio Bravo

Ayer se celebraron los 100 años de la Revolución Juliana, hito histórico marcado por un grupo de jóvenes oficiales del Ejército ecuatoriano, algunos de ellos, recién graduados en la Escuela de Oficiales Ingenieros, otros que pertenecían a los repartos de la plaza de Quito, específicamente al Regimiento de Artillería No. 1 Bolívar, unidad militar donde nacieron las primeras ideas de un golpe de Estado contra Gonzalo Córdova, en ese entonces presidente de la República.

La idea nació el 25 de octubre de 1924, en horas del rancho, al medio día, con los tenientes Virgilio Guerrero, Cristóbal Espinoza, José Erazo, Luis Rodríguez, Agustín Patiño; los subtenientes Carlos Abarca y Cristóbal Toledo. A estos se sumaron el teniente Carlos Granja y el subteniente Manuel Icaza, alumnos de la segunda promoción de la Escuela del Oficiales Ingenieros. La sobremesa debió ser muy interesante, ya que los temas tratados estaban inmersos en la crisis económica del país, debido al estancamiento de la exportación del cacao; el poder de la bancocracia, el crítico estado de salud del presidente Córdova; pero, sobre todo, al sesgo de los altos mandos militares hacia los políticos “desvergonzados, inmorales y antipatrióticos”.

Como se puede apreciar, aquella reunión no quedó solamente en palabras ni en buenas intenciones. Al día siguiente, se reunieron en casa del teniente Agustín Patiño los ya mencionadas, más los tenientes Samuel Jarrín y José Morán y el subteniente Alfonso Jaramillo. Dieron el primer paso: la formación de lo que llamaron la Liga Militar, un proyecto que fue registrado con actas y con juramentos de un compromiso que lo hacían frente a una banderita de escritorio que había conservado el teniente Patiño desde su último año en el Colegio Militar, y que fue entregada por el capitán Ildefonso Mendoza, en el año 1920.

Para el 4 de diciembre, día de Santa Bárbara, patrona de los artilleros e ingenieros, el número de complotados subió a 26 oficiales, entre tenientes y subtenientes; y, para el mes de abril de 1925, el número ascendió a 150 oficiales. El propósito de este movimiento giraba alrededor de una sólida unión y protección mutua de los jóvenes oficiales, el rechazo a la superioridad enlazada con la clase política y la salvación a la patria; debiendo reconocer que se fraguaba una rebelión bajo una corriente de prudencia, secreto y sigilo en todas las acciones, lo que apuntaba al derrocamiento de Córdova, sin que haya de por medio una sola gota de sangre. Como así lo fue. Sus planes eran: tomarse el poder y entregar a una Junta de Gobierno civil, a fin de que solucione los problemas en los campos de la educación y la economía, creando una caja agraria que impulse la agricultura y la ganadería, un sistema de jubilación de obreros, artesanos y empleados; mejoras sustanciales en la infraestructura vial, la eliminación de la bancocracia y la configuración de nuevos partidos políticos. 

Siguiendo aquella línea del tiempo, en el mes de junio se integraron tres oficiales de alta jerarquía, con el objeto de tener un apoyo definido desde el alto mando. Ellos fueron: el general Moisés Oliva, jefe del Estado Mayor, el general Francisco Gómez de la Torre, inspector general     y el teniente coronel Luis Telmo Paz y Miño.

Como las sospechas de la rebelión llegaron a oídos de la cúpula militar, el Regimiento de Artillería No. 1 Bolívar fue dado el pase a Guayaquil; de igual manera, el Regimiento de Artillería No. 2 Sucre, fue dado el pase de Guayaquil a Quito. En lugar de frenar la rebelión, estos cambios alimentaron el movimiento, de tal forma que, para el día D, el 9 de julio de 1925, cumplieron con todo lo planificado: en Guayaquil fueron arrestados los jefes militares de la plaza, el gobernador, el subintendente de Policía, el jefe político y el gerente general del Banco Agrícola, don Francisco Urvina Jado. Todos ellos fueron trasladados al Regimiento Bolívar, al mando del mayor Ildefonso Mendoza. Al mismo tiempo, en Quito, fueron detenidos por el mayor Carlos Guerrero y 50 soldados del Batallón Pichincha el presidente, el ministro Guerra y varios generales.

Tal como estaba programado por la Liga Militar, el 10 de julio fue convocada una asamblea popular para que se designe a los siete miembros de la Junta de Gobierno provisional, pues cada miembro ejercía la presidencia ejecutiva por turnos semanales. Esta primera Junta duró seis meses; la segunda Junta, tres meses. De allí viene la historia poco conocida con la presidencia del doctor Isidro Ayora, hasta 1931, año en el que presentó su renuncia, al tiempo en que la famosa Revolución Juliana tocó la retirada.



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