Una de las peores tragedias por inundación en la historia reciente de Texas ha dejado al menos 81 personas muertas, entre ellas 28 menores de edad, y más de 40 desaparecidos, tras el desbordamiento súbito del río Guadalupe durante la noche del viernes 5 de julio.
Entre los desaparecidos están varias niñas que asistían al campamento cristiano Camp Mystic, ubicado en las afueras de Kerrville, a unos 100 kilómetros de San Antonio. Las autoridades confirmaron que al menos 27 menores que participaban en el retiro aún no han sido localizadas, así como un monitor.
La emergencia se desató cuando lluvias torrenciales hicieron subir el nivel del río casi ocho metros en menos de 45 minutos. Las aguas arrasaron con casas móviles, vehículos y cabañas veraniegas, justo cuando cientos de familias celebraban el feriado del Día de la Independencia.
El campamento quedó completamente devastado. Colchones, mantas y objetos personales de las niñas yacían cubiertos de barro entre estructuras destruidas. Muchas estaban dormidas cuando comenzó la crecida. Una de las víctimas es Renee Smajstrla, de apenas 8 años. Su familia la recordó como una niña alegre, que estaba “pasándola en grande” con sus amigas horas antes de la tragedia.
El gobernador Greg Abbott informó que más de 850 personas han sido rescatadas hasta ahora, pero 41 continúan desaparecidas. El estado de emergencia fue declarado en varias regiones afectadas, donde también se reportan carreteras destruidas, líneas de comunicación colapsadas y cortes de energía.
La búsqueda continúa con apoyo de helicópteros, drones, botes inflables y rescatistas locales, mientras nuevas lluvias podrían complicar aún más la situación en las próximas horas. “No vamos a parar hasta encontrar a cada persona”, aseguró el sheriff del condado de Kerr, Larry Leitha.
El vicegobernador Dan Patrick calificó la crecida del río como “una inundación destructiva”, y aseguró que muchas de las niñas desaparecidas “son menores de 12 años”. Informó que aquellas familias que aún no han sido contactadas no deben perder la esperanza, ya que algunas menores podrían estar incomunicadas.
Padres angustiados se han desplazado desde diferentes ciudades en busca de sus hijas. “Las familias están viviendo la peor pesadilla de cualquier padre”, declaró Rachel Reed, madre de una niña campista. Otras familias aún no logran reunirse: hay testimonios de personas arrastradas por el agua y aferradas a árboles durante horas, sin que los rescatistas pudieran alcanzarlas.
El campamento Camp Mystic —con casi un siglo de historia y manejado por la misma familia desde los años 30— no tenía electricidad, agua potable ni conexión a internet en el momento del desastre. La carretera de acceso también fue arrasada por la corriente.
La tragedia ha generado cuestionamientos sobre la falta de un sistema de alerta en la región. “No sabíamos que esta inundación venía. Nadie lo sabía”, declaró el juez del condado, Rob Kelly, al ser consultado sobre por qué no se evacuó el campamento.
El presidente Donald Trump calificó los hechos como “estremecedores” y prometió toda la asistencia necesaria al estado de Texas. Mientras tanto, el llamado de las autoridades es claro: no ingresar a la zona si no es estrictamente necesario, y mantenerse alerta por nuevas tormentas.
La esperanza se mantiene mientras continúa la búsqueda. La comunidad de Texas está de luto, aferrada a la fe, el trabajo incansable de los rescatistas y la solidaridad.
0 comentarios