Frente al avance del crimen organizado en las comunidades urbanas de América Latina, la violencia ya no se enfrenta solo con redadas policiales. En Iztapalapa, una de las alcaldías más pobladas y estigmatizadas de Ciudad de México, la respuesta ha sido distinta: más cultura, más espacios públicos, más escucha comunitaria y más arte urbano.
Así lo relató María Antonieta Pérez Orozco, directora de Vinculación Cultural Comunitaria de la Secretaría de Cultura de Ciudad de México, este miércoles durante una entrevista con Contacto Directo. Desde su experiencia como gestora de las políticas públicas de Iztapalapa entre 2018 y 2024, compartió cómo el trabajo articulado entre comunidad, Estado y cultura ha generado cambios concretos en el territorio.
“Instalamos gabinetes por la paz con participación de todas las instituciones públicas: educación, bienestar, seguridad, cultura… Entramos a las escuelas con psicólogos, activadores culturales, programas contra el bullying, asambleas familiares. No solo hablamos de seguridad, hablamos de convivencia”, explicó Pérez Orozco.
Uno de los proyectos más emblemáticos de esta transformación son las UTOPÍAS (Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y la Armonía Social). En total, 16 grandes infraestructuras públicas fueron construidas para ofrecer alternativas reales a las juventudes: piscinas semiolímpicas, escuelas de arte, canchas deportivas, atención a adicciones y cuidados comunitarios.
“Toda persona en Iztapalapa puede llegar caminando en menos de 10 minutos a una Utopía. Son espacios seguros y bellísimos que devuelven dignidad y propósito a quienes fueron arrinconados por la violencia”, aseguró la funcionaria.
En estos centros también funciona el sistema “Colibrí” para la atención de adicciones desde un enfoque no punitivo, así como lavanderías comunitarias, casas de día para adultos mayores, zonas para la diversidad sexual y programas para infancias.
Otra apuesta clave fue el arte urbano. Con el programa Caminos de mujeres libres y seguras, más de 100 artistas jóvenes llenaron las calles con más de 11 mil murales, posicionando a Iztapalapa como el municipio con más arte mural del mundo.
“Muchos creen que con cultura no se combate la violencia. Nosotros demostramos que sí. El arte transforma la manera en que los jóvenes se miran a sí mismos y se relacionan con su entorno”, afirmó Pérez Orozco.
“No se puede enfrentar la violencia solo con patrullas. Se necesita dignidad, comunidad y alternativas. La cultura es un lenguaje poderoso para crear nuevos futuros posibles”, concluyó.
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