El general Fausto Salinas, excomandante general de la Policía Nacional, destacó la relevancia que tiene la recaptura de Adolfo Macías, alias Fito, tanto a nivel nacional como internacional, al ser uno de los cabecillas criminales más temidos y requeridos por la justicia de Estados Unidos.

“Su detención no solo impacta por el operativo de más de 10 horas, sino por el trabajo de inteligencia previo, el desmantelamiento de redes de lavado de activos y la cooperación internacional que lo hizo posible”, subrayó Salinas.

En su análisis, el exjefe policial apuntó que lo fundamental ahora es garantizar tres cosas: que Fito no se fugue, que se le proteja para evitar atentados contra su vida y que no continúe dirigiendo a Los Choneros desde prisión, como ya ocurrió en el pasado.

Sobre el proceso de extradición solicitado por Estados Unidos, advirtió que este podría generar reacciones violentas por parte de las estructuras criminales. “No podemos descartar represalias, como sucedió en Colombia con Pablo Escobar o con Otoniel. Es clave anticiparse a ese escenario”, explicó.

Salinas se mostró escéptico sobre la posibilidad de enviar a Fito a una cárcel en El Salvador, como se llegó a especular, pero sí consideró válido explorar la opción de trasladar reos peligrosos fuera del país si fuese posible.

Respecto al mapa criminal, consideró que la extradición de Fito podría debilitar a su organización. “El hecho de saber que pueden terminar en EE.UU. disuade a muchos cabecillas. Esto puede marcar un cambio en el comportamiento del crimen organizado”, señaló.

También se refirió a la posibilidad de que Fito coopere con las autoridades a cambio de beneficios legales: “En Estados Unidos, la colaboración puede traducirse en rebajas de pena. Si eso ocurre, podría revelar información clave para seguir desmantelando redes delictivas”.

Aunque reconoció que las cárceles del Ecuador tienen fallas estructurales y de confianza en algunos actores internos, Salinas respaldó las acciones recientes del gobierno y del bloque de seguridad. “Se necesita vigilancia extrema, tecnología, control de personal y protocolos rigurosos. No se puede dejar cabos sueltos”, enfatizó.