Desde sus albores, la humanidad funciona gracias a las reglas que regulan la vida en sociedad. El “no matarás” de las Tablas de la Ley es solo eso: una regla.
Pero tras disfrazarse de progresismo, la izquierda invade el mundo del Derecho y crea una contracultura jurídica contra las reglas establecidas tras siglos de evolución social. Nace el ‘principialismo’: ya no vale la regla escrita sino el principio que decida aplicar el juez. Así se crea una ‘banda elástica’ para estirar la ley de acuerdo con el principio inmerso en ella.
Esto es lo que nos está destruyendo, pues el poder de decisión ya no radica en quien hace la ley y la veta -Congreso y presidente- sino en quien puede decidir el principio que la regla significa. Ese es el nuevo poder: el gobierno de los jueces. Un auténtico desplazamiento del poder del Ejecutivo hacia jueces y cortes. Y con el cuento de que: ‘Las reglas…se agotan en sí mismas, no tienen ninguna fuerza constitutiva fuera de lo que ellas mismas significan” [Zagrabelsky, 1995], la neocultura woke, ataca el concepto de ley: “el principio de legalidad no es más que la culminación de la tradición absolutista del Estado”. Las reglas de la ley ya no sirven. Solo los ‘principios’ ¿Ven?
El resultado de esto es desastroso: mientras el petróleo llega a $ 100, cerramos el ITT gracias al ‘principialismo’ de la tremenda corte. Un país como Noruega, cuyo fondo de inversión petrolera es el mayor del mundo, produjo la bicoca de 70, 417 millones el 2024. En cambio Ecuador que invirtió 2,600 en el ITT e invertirá lo mismo para cerrarlo, perderá sus 5,200 millones de inversión. Porque la CC validó los ‘principios’ del ‘derecho de consulta’ de los Yasunidos sobre el bienestar general de la población. Ricos Mac Pato con plata ajena. ¡Y todo bien, nadie protesta!
-¿Y los abusos del Congreso? -¿Sigues en negación? ¡Hay que controlar el poder ‘principialista’ de la corte! No hay poder exento de control. Tan importante como su ejercicio es el control sobre él. [Loewenstein, 1976]. Existe la fórmula. Solo hay que encontrarla.
O estamos ante ‘el principio’…del fin.
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