La detención de Adolfo Macías, alias Fito, ha sido uno de los golpes más duros al crimen organizado en Ecuador, pero no necesariamente implicará una reducción inmediata de la violencia. Así lo advierte Arturo Torres, periodista de investigación y director del portal Código Vidrio, quien sostiene que, aunque la captura es significativa, la estructura de Los Choneros ya tiene reemplazo y el sistema criminal sigue funcionando con fuerza.
“Fito era mucho más que un jefe narco. Era el cerebro de una economía criminal que no solo se alimenta del narcotráfico, sino también de la minería ilegal, la extorsión y el control de las cárceles. Maneja decenas de millones de dólares y tiene redes dentro del Estado”, afirmó Torres en entrevista con Ecuavisa.
El líder de Los Choneros fue capturado tras un año prófugo, oculto en un búnker con paredes de 50 cm de concreto. Su caída se suma a otros 16 objetivos de alto valor detenidos desde 2024. Sin embargo, el impacto real de su captura aún es incierto.
“Fito nunca perdió el control de su organización, ni siquiera estando prófugo. Tenía lugartenientes —incluso familiares— que operaban en su nombre. Hoy ya hay un nuevo líder. Estas bandas están preparadas para eso. Tienen cuadros formados y conexiones nacionales e internacionales con carteles mexicanos y europeos”, explicó Torres.
Agregó que la violencia no era dirigida directamente por Fito, sino por otros como Junior, encargado de coordinar sicariatos y operaciones armadas. “La detención del capo puede desencadenar nuevas disputas internas o con bandas rivales como Los Lobos, que buscarán aprovechar el vacío para ganar más territorio”.
Una economía criminal descomunal
Según el periodista, el verdadero poder de Fito radica en la enorme red económica que ha construido. “No hablamos solo de drogas, sino de contratos con el Estado, servicios en las cárceles, empresas fachada. El sistema carcelario se convirtió en su bastión. El Estado no ha logrado desmantelar estas estructuras económicas que financian el crimen”.
Torres lamenta que el enfoque estatal siga siendo mayoritariamente reactivo. “Se celebran los operativos y las capturas, pero ¿qué pasa con los flujos de dinero, las empresas involucradas, los bancos y las superintendencias? Mientras no se investigue a fondo el lavado y el soporte financiero, la estructura criminal seguirá intacta”.
La historia reciente ofrece ejemplos que siembran dudas. “Tras la muerte de Rasquiña en 2020, vino una explosión de violencia. Lo mismo puede ocurrir ahora. La experiencia mexicana lo demuestra: la captura de capos como El Chapo no reduce la violencia, al contrario, multiplica a las organizaciones”.
Para Torres, el Estado debe cambiar su enfoque. “No basta con militares en las calles o en las cárceles. Eso demuestra el fracaso del sistema penitenciario. Hay que invertir en inteligencia, tecnología, justicia eficaz y sobre todo en prevención. Los barrios pobres siguen siendo los principales semilleros del crimen porque no hay alternativas para los jóvenes”.
0 comentarios