Como ya lo había dicho el anterior presidente del Consejo Superior del IESS, Eduardo Peña Hurtado, respecto de la absoluta necesidad de una reforma integral a esa institución y en especial al fondo de pensiones, el hoy titular del organismo, Édgar Lama, también acertadamente confirma que la reforma del sistema de pensiones debe hacerse ya.
Al dar la noticia, ha afirmado que no se tocará la edad de jubilación ni tampoco se aumentarán las prestaciones. De ser así, lo cual sería un grave error, el sistema solo sería viable con grandes contribuciones del presupuesto del Estado para poder sostener el régimen de pensiones.
En otras palabras, el Estado tendrá que seguir subsidiando pensiones. ¿Y qué significa esto? Que un presupuesto, que debe atender a los desvalidos, a los más pobres, a los que no tienen voz ni pueden protestar, a los que viven en condiciones de pobreza extrema, ese presupuesto va a destinar fondos a un porcentaje privilegiado y minoritario de la población: aquellos que tienen seguridad social.
El Ecuador tiene tres sistemas de seguridad social: El IESS, el ISSFA y el Isspol. Entre los tres no alcanzan ni siquiera al 40 % de la fuerza laboral. Cada vez que el presupuesto entrega recursos al IESS para pensiones, le quita al 62 % de la población que más necesita ser atendido, para pasarlo a un grupo privilegiado. Eso tiene un nombre: políticas regresivas que acentúan la pobreza.
Sí esto es así, la inevitable eliminación de los subsidios a los combustibles, que puede generar alrededor de $ 3.000 millones (incluyendo el subsidio al gas, dejándolo solo para los pobres), será usada para sostener pensiones. Es decir, si no se aumentan las aportaciones ni la edad de jubilación, no habrá manera de pagar pensiones si el Estado no elimina ese subsidio a los combustibles y pasa los recursos al IESS, o alternativamente se tendrían que subir los impuestos agresivamente para sostener pensiones.
Entonces, eliminar el subsidio a los combustibles, y seguir sin contar con recursos del Estado para invertir, para sacar a la gente de la pobreza, para dar educación y salud, para resolver el déficit de vivienda, y a cambio subsidiar pensiones, seguirá el esquema de siempre: que los más pobres se mantendrán ahí y que la inversión del Estado en lo social no contará con los recursos suficientes.
Muchos de los países europeos han aumentado la edad de jubilación. Supongo que por alguna razón lo han hecho. El tema de las pensiones no es retórico; es numérico, contiene cálculos actuariales sobre variables muy estables, como son las variables demográficas.
Las seguridades sociales se crearon en una época del mundo con mucha más fertilidad y nacimientos que hoy, y con una esperanza de vida mucho menor que la actual. La arquitectura financiera de los fondos de reparto se sustentó en esas realidades, hoy absolutamente diferentes.
Si no atacamos el problema con realismo, y lo condicionamos a la variable política, el sistema puede lograr sostenibilidad financiera, pero no logrará equilibrio en la sociedad. Y al final del día, las presiones sociales y la pobreza quedarán intocadas.
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