Con el paso de los años y el peso de la rutina, muchas parejas sienten que el vínculo se enfría silenciosamente. Ya no hay tiempo para hablar, compartir sueños o incluso discutir sin herirse. Y, en medio del torbellino diario, una pregunta golpea con fuerza: ¿en qué momento dejamos de ser “nosotros”?

Para el psicólogo Mark Travers, de la Universidad de Cornell, la clave no está en mantener viva una llama idealizada, sino en practicar el autocuestionamiento consciente. En su columna para Forbes, plantea tres preguntas esenciales para revisar la salud de una relación a largo plazo —y, si es necesario, volver a encender la conexión.

1. ¿Estamos creciendo juntos o simplemente coexistiendo?

Esta primera pregunta apunta al corazón del desgaste conyugal. ¿Todavía se conocen como antes? ¿Siguen aprendiendo el uno del otro? Un estudio citado por Travers mostró que las parejas con mayor motivación intrínseca —es decir, interés genuino por el otro— reportan más cercanía emocional y satisfacción.

• Frases como “Quiero conocerte mejor” o “¿Qué te inspira hoy?” pueden parecer pequeñas, pero renuevan el interés y la curiosidad por el otro.

2. ¿Queremos todavía el mismo futuro?

El amor no siempre desaparece, pero a veces las prioridades cambian en direcciones opuestas. Una revisión internacional sobre estabilidad conyugal reveló que los valores compartidos, el compromiso y la claridad en el proyecto de vida son factores que previenen el desgaste silencioso.

• Una recomendación práctica: agenden al menos una vez al año un espacio para revisar juntos sus metas, miedos y cambios. No hace falta tener todas las respuestas, pero sí saber que caminan en la misma dirección.

3. ¿Nos sentimos seguros incluso cuando discutimos?

Discutir no destruye una relación. Lo que sí lo hace es pelear sin cuidar el vínculo. Travers cita un estudio con más de 900 personas y 90 parejas de largo plazo que identificó seis estrategias para resolver conflictos sin dañar la conexión:

• Escuchar con intención real
• Controlar el tono y retirarse si hace falta
• Comunicar sin culpar ni suponer
• Ceder sin traicionar valores
• Resolver rápido antes de que el conflicto se enquiste
• Dar espacio para calmarse

Además, la ciencia muestra que pelear mal afecta la salud: la ira crónica se relaciona con problemas cardíacos, y el distanciamiento emocional, con dolores musculares persistentes.

La seguridad emocional no nace sola. Se construye. Y a veces, todo comienza por una conversación distinta, valiente, que pregunte no solo cómo estamos hoy, sino quiénes queremos ser mañana.

¿Te animas a responder estas tres preguntas con tu pareja?

Basado en el artículo de Mark Travers para Forbes y estudios publicados en Psychological Reports, Epidemiology and Health, y Contemporary Family Therapy.