Tras los recientes ataques entre Israel e Irán, el anuncio de un cese al fuego genera más preguntas que certezas. Para el internacionalista Joaquín Hernández, no se trata del fin del conflicto, sino de una pausa estratégica sin garantías reales de paz. A su juicio, las causas profundas que originaron la escalada —como la tensión política y religiosa, la amenaza nuclear y la lucha por hegemonía regional— no han sido resueltas. “No podemos menospreciar el cese al fuego, pero no hay acuerdos ni condiciones, solo una suspensión de hostilidades. Las negociaciones recién comienzan y la mecha sigue encendida”, advirtió Hernández en entrevista con Ecuavisa.
Aunque la destrucción de instalaciones nucleares iraníes fue presentada por Estados Unidos como un éxito total, existen dudas sobre si realmente se eliminó toda la capacidad nuclear del régimen. Según una filtración del Pentágono, no hay confirmación sobre el paradero de los 400 kilogramos de uranio enriquecido que poseía Irán, lo que pone en duda la afirmación de que la amenaza fue completamente neutralizada. “Aún no hay una fuente independiente que verifique esa destrucción”, agregó el experto.
Desde su óptica, Israel no solo buscaba neutralizar el programa nuclear iraní, sino también debilitar al régimen teocrático instaurado en 1979, que ha sido eje de inestabilidad en Medio Oriente por décadas. Hernández considera que Irán ha quedado debilitado militar y políticamente, pero advierte que podría volverse aún más radical. Dentro del país, sectores sociales comienzan a cuestionar al régimen, y los nuevos líderes militares que emergen tras la crisis son menos cercanos a la teocracia, aunque igual de nacionalistas.
En este contexto, Rusia —tradicional aliado de Irán— ha quedado al margen, centrado en su conflicto con Ucrania y sin capacidad real para intervenir en favor de Teherán. Para Hernández, esto confirma un reajuste del orden mundial: Rusia ha perdido influencia en Medio Oriente y Estados Unidos ha reafirmado su hegemonía con una demostración de fuerza inédita. “Ha bombardeado, ha puesto en su sitio a Irán y luego ha dicho: ‘se acabó la guerra’. Solo un país con verdadera hegemonía puede hacer eso”, recalcó.
Con Irán debilitado, Hernández cree que Israel se posiciona como el nuevo árbitro del Medio Oriente, reconfigurando el mapa de poder regional con el apoyo estratégico de Arabia Saudita. Pero advierte que hay un gran obstáculo que impide consolidar esa posición: la crisis humanitaria en Gaza. Con más de 46.000 muertos y una diáspora sin precedentes, no existe hoy un interlocutor político válido del lado palestino. “¿Con quién va a hablar Israel? Hamas está debilitado, no hay estructura política en Gaza y eso impide una resolución clara del conflicto”, explicó.
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