El pote de maquillaje by Luki Ganchala

Jun 25, 2025

Por María Verónica Barreiros

Luki Ganchala, creativo graduado en la Universidad Israel y en la PUCE, y actual asesor de comunicaciones del alcalde Pabel Muñoz, es —según las oficinas de comunicación de las entidades municipales— el cerebro detrás de la nueva marca ciudad de Quito.

Es decir, no fuimos todos los quiteños, como asegura la propaganda municipal. Fue él, Luki, desde su oficina de asesor de Comunicaciones, con un sueldo que ronda entre los 3.000 y 3.900 dólares. Me cuentan que es suertudo el Luki, porque es el diseñador de confianza de Pabel desde hace años. Trabajan juntos desde tiempo atrás y el alcalde le tiene especial estima.

Y está bien, ¡así se hacen los caminos en el sector público! No voy a cuestionar las habilidades profesionales de Luki —al fin y al cabo es el creador del gallito, la mascota del Metro de Quito, que me parece bellísima— aunque haya sido pésimamente mercadeada por el departamento de Comunicación de ese sistema.

Lo que sí cuestiono es esta costumbre —bastante extendida— de andar cambiando la imagen institucional de las entidades públicas cada vez que cambia la administración. Llámese Municipio de Quito o cualquier otra. Porque detrás de cada cambio de logotipo, identidad visual o “marca ciudad”, hay una puerta abierta a la corrupción y al despilfarro.

¿Para qué sirven las marcas ciudad? Sirven para competir y diferenciarse: para atraer turistas, inversión, visitantes. Para eso deben construirse con visión estratégica, participación y sobre todo, permanencia. Quito ha tenido ya varias marcas ciudad, y eso no es lógico, ni barato, ni efectivo. Una marca no se posiciona de un día para otro; requiere tiempo, trabajo y constancia. Si la cambiamos cada cuatro años para que los amigos del político de turno facturen, jamás generaremos pertenencia, ni reconocimiento, ni diferenciación.

Disclaimer: No estoy diciendo que Luki “hizo caja”. Según dicen, creó la marca desde su escritorio y con su salario como asesor. En redes se mencionó un valor de 60.000 dólares (yo misma lo tuiteé), pero luego me llamaron para aclarar que no fue así.

Y aunque no voy a entrar a discutir si me gusta o no el diseño de la nueva marca, sí afirmo que no era necesaria. Se han invertido recursos, tiempo y energía en algo completamente secundario, porque lo que esta ciudad necesita no es una marca, sino gestión eficiente y apartidista, con políticas públicas que enfrenten los verdaderos problemas de Quito: inseguridad, desorden, basura, abandono vial, perros callejeros, ventas ambulantes, deterioro urbano, pérdida del sentido de comunidad.

La “Carita de Dios” necesita con urgencia un dermatólogo… pero Pabel nos salió con un frasquito de maquillaje.



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