La fuga de Federico Gómez Quinde, alias Fede, de la Penitenciaría del Litoral, este 20 de junio, es una muestra del poder que los grupos criminales han alcanzado dentro del sistema penitenciario ecuatoriano. No se trata de una simple evasión, sino de una operación que evidencia complicidades y corrupción a todo nivel, mucho más cuando presuntamente lo habría hecho vestido con uniforme militar y escoltado por elementos de las Fuerzas Armadas.
Alias Fede, líder de Los Águilas, había sido detenido en enero de este año. Su historial delictivo incluye asesinato, tráfico de armas, drogas, y asociación ilícita, entre otros.
Este no es un caso aislado. En enero de 2024, Adolfo Macías Villamar, alias Fito, cabecilla de Los Choneros, también se fugó del mismo centro, por todo esto, la pregunta es inevitable: ¿cómo explicar que, tras reformas constitucionales y normativas supuestamente diseñadas para retomar el control carcelario, hoy vivamos una nueva fuga de un líder criminal?
Al momento, hay 19 militares, dos funcionarios del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI), y un reo, procesados. El Ministerio del Interior ha ofrecido una recompensa de un millón de dólares, la misma cifra que, según versiones no oficiales, habría sido pagada por Fede para fugarse.
La falta de control en las cárceles no es novedad. Las masacres carcelarias de 2021 lo dejaron claro. En febrero, julio, septiembre y noviembre de ese año, cuatro matanzas en distintas prisiones terminaron con 250 personas privadas de libertad asesinadas. En los últimos años la violencia continuó sumando más víctimas. A todo esto, debemos añadir las condiciones en las que se encuentran los centros penitenciarios: hacinamiento, insalubridad, enfermedades; condiciones estructurales que no han sido resueltas y que son el caldo de cultivo para más violencia.
Hoy, los centros penitenciarios se han transformado en verdaderas oficinas operativas para las organizaciones criminales. Espacios donde se planifica y dispone el cometimiento de delitos.
Por todo esto, la verdadera pregunta no es solo quién facilitó la evasión de alias Fede, sino quién responde política e institucionalmente por un Estado que ha perdido el control de sus cárceles y que no ha dado respuestas a la crisis de inseguridad que enfrenta nuestro país.
0 comentarios